América

Ronda

Ponce dos mil paseílllos enfundado en un Caprile

El diestro, Enrique Ponce, saluda a su llegada a la Maestranza de Ronda
El diestro, Enrique Ponce, saluda a su llegada a la Maestranza de Rondalarazon

El 16 de marzo de 1990 tomaba la alternativa un joven torero de la valenciana localidad de Chiva. De la mano de Joselito, el Litri como testigo y con toros de Moura, Enrique Ponce se doctoraba como matador de toros. Más de 20 años han pasado desde entonces. Dos décadas en lo más alto del toreo y a las puertas de marcar un hito en la Historia. La fecha del 4 de septiembre del 2010 llegará la corrida número dos mil del maestro de Chiva. Para celebrar dicha efeméride, un contexto de ensueño, el centenario coso de Ronda y una obra de arte, hecha vestido de torear, bajo el sello del modista Lorenzo Caprile.

Estos dos mil festejos incluyen el paso por España, Francia, Portugal y Ámerica. En tierras americanas el de Chiva también ha querido dejar su impronta cuando se convirtió en el torero que más veces ha pisado el coso de La Monumental de México. Ya en su patria, Ponce fue el primero en torear las cien tardes en la temporada española.

Un amplío curriculum que mañana se marcará otro tanto, los dos mil paseíllos. Lo hará bajo la atenta mirada de los tendidos rondeños y con una terna compuesta por Enrique Ponce, Francisco Rivera "Paquirri"y Sebastián Castella. Los astados, de Zalduendo.


Caprile, modista del toreo

El madrileño Lorenzo Caprile ha sido el encargado de diseñar el vestido goyesco en el que Ponce se enfundará, para hacer el paseíllo, en la Goyesca de Ronda. Caprile, confeso amante del vesturaio histórico, especialmente de la época de Goya, ha prestado siempre especial interés por los tejidos y no ha dudado en mostrar su apoyo al mundo del toro en momentos tan cruciales, como lo fue el pasado 28-j, fecha en la que el Parlamento catalán decidió acabar con parte de su tradición cultural e histórica.

En esta ocasión, este artista de los patrones ha decidido romper otra lanza a favor del toreo, a modo de rasos y algodones, en tabaco y grana, y adornos de inspiración goyesca, en ocres, dorados y azabaches. La guinda del pastel la pondrá la tradicional cofia o madroña. Una obra de arte sobre el cuerpo de un artista que, llenará, más si cabe, de arte vivo el ruedo.