Presentación

El ex cuñado de Abascal agasajó a Lomana por Jesús MARIÑAS

La concursante de «Más que baile» Carmen Lomana
La concursante de «Más que baile» Carmen Lomanalarazon

Son preguntas que van de boca en boca pero nadie responde. ¿Por qué asistieron Carmen Martínez-Bordiú y su hermano Jaime al cumpleaños de Chayo Mohedano? ¿Fue oportunismo realzado por el rechazo de Amador como «Superviviente», un título sobradamente ganado con sus esfuerzos para salir adelante sin la fraternal tutela de la Jurado? ¿O la nietísima concurrió porque comparte desmadre con Rosa Benito en «Mira quién mira»? Dan en la diana efectista como los que malpiensan por qué el Duque de Segorbe, ex cuñado de Nati Abascal, dio una copa a Carmen Lomana en su palacete sevillano durante la Feria de Abril. Lo toman como una puñalada trapera, aunque «la más» sorprendió en Dueñas, con su hermana Ana Mari y Tere Pickman, pasando por alto con señorío la imposible competencia entre una y otra. La Duquesa de Alba, acaso maliciosa o simplemente curiosa, sacó el tema durante la comida y Nati soslayó, distanciándose de la ya tan decaída en la escalinata social. Son interrogantes casi inquietantes, como descubrir por qué a María José Suárez los novios no le duran más de cinco años. Marcos Castillo, manguera en mano, la amó de 1997 a 2002, Óscar Vivo, desde 2002 a 2005, y Feliciano, otro quinquenio con sus riñas, distanciamientos y rupturas. Digno de análisis, como las razones de la casi desbandada en lo último de Suárez, presentando joyerío émulo, más bien clónico, de lo que Vasari lanzó hace tres años: sortijas macizas y pesadotas con mucho de sello episcopal. Pero no es eso lo inquietante, sino que ha distanciado a las dos Abascales, aunque me consta que la marmórea mexicana añora los estilismos que la sevillana le hacía en «¡Hola!». ¿Qué será será? Cualquier tiempo pasado fue mejor y Adriana llegó a vender su yate gracias al reportaje de Nati en la revista-guía de Eduardo Sánchez Junco. Es patrón irremplazable.Para no inquietarme con su presente sin futuro, retorno al ayer. Relanzan los mejores títulos de Cifesa, un cine superior al actual. Quince títulos antológicos –los compro, no crean que es promoción– que recuperan los trajes de Pertegaz para Juanita Reina en «Lola la piconera», o la dignidad sombría de Amparo Rivelles en «La leona de Castilla». A Sara Montiel aún le quedaba para rodar «El último cuplé» que la catapultó. Se trata de un cine que sobrevive al tiempo y que fue ejemplo de casi artesanía. Mantiene el ritmo, deslumbra en su fastuosidad. Era cine de película.