Cataluña
Qué ridículo por Eduard ESCARTÍN
Como advertía en mi anterior artículo, lo que fue un drama en 1935 hoy podría ser una farsa. Y, hete aquí, que las reacciones de la previsible sentencia sobre el Estatuto de 2006 tienen como denominador común el ridículo y la vergüenza ajena. El personaje que más destaca es el presidente Montilla que acata la sentencia, lo que significa obedecerla, pero a la vez por exigencias del guión tiene que manifestarse en contra con toda la gama de separatistas metidos en su gobierno. Hay que recordar al nativo de Iznájar que contra una sentencia del Tribunal Constitucional (TC) no cabe manifestarse, pues es la máxima instancia legal. Me parece que en la manifestación del 10 de julio Montilla se va a llevar una pitada fenomenal, pues el funambulismo tiene sus límites. El segundo y discutido puesto de ridículo lo tiene el inmortal «editorialazo» de doce periódicos unidos en la unidad de destino en lo universal con la infantil pretensión de impresionar al TC. ¡Angelitos!
Otra buena metedura de pata ha sido el manifiesto de 160 profesores de Derecho inducido por los decanos. Esto no se vio ni con lo de Gibraltar español.
Por último, Cataluña no puede votar lo anticonstitucional. Cataluña no puede actuar como Estado independiente de España sin serlo y pretender, encima, que se lo refrende el TC español.