San Blas

Chiqui pone en peligro el reinado de Belén Esteban por Jesús MARIÑAS

Empiezan a socavar el prepotente principado barriobajero en el que Belén Esteban no tenía parangón.

Kiko Matamoros abrió la caja de los truenos en «Sálvame»
Kiko Matamoros abrió la caja de los truenos en «Sálvame»larazon

Ya le han colocado futuras rivales: ojo con la menuda, graciosa, pizpireta y encantadora Chiqui. Es un prodigio de la telegenia con sus pasitos cortos, ese meneo que encandila a Jorge Javier, y sus maneras naturales y espontáneas. Nada que ver con los típicos desplantes de la de San Blas (ahora radicada en Paracuellos), que incluso insinuó ventosidades levantando la pierna en un gesto que creyó gracioso, pero que se quedó en truhanesco. Nunca se ha visto una «princesa» tan rebajada en modales. De ahí que, de forma solapada pero sin esconder intenciones, estén ensayando un posible recambio con Chiqui, que se relaciona con la pantalla de una forma menos agresiva que Belén. Con increíble desparpajo, aporta frescura, se queda con el personal y lo mismo engatusa a Ana Botella que a Celia Villalobos, mientras Alicia Sánchez-Camacho ya se considera una de sus primeras fans.
Fieles al lema de «¡más madera!», en «Sálvame» no se duermen en los laureles y contraatacan la previsibilidad de la plantilla habitual, en la que la sensatez de Mila Ximénez y el descaro de Lydia Lozano ensamblan perfectamente con los razonamientos de Kiko Matamoros, en plan vengador y justiciero. Por su parte, Kiko Hernández, hace perfectamente su personaje de malvado y el resto actúa de coro con apariencia de improvisación, aunque todo esté perfectamente ensayado.
Chiqui, rotunda en su frágil apariencia, tiene ángel. No se corta un pelo, ignora los complejos y se muestra tal y como es, mientras la de San Blas ofreció estos días nueva muestra de su trasfondo: Matamoros acusó a Chayo Mohedano de haber sido quien había propagado el rumor de que su tío Ortega Cano triplicaba la tasa de alcohol en el accidente de tráfico del pasado día 28. «Me lo contó Belén, a quien se lo había dicho Chayo», explicó el colaborador. En vez de entrar al trapo aclarando el entuerto, la Esteban dio la callada por respuesta y pasó varios días sin sentarse en la tertulia vespertina evitando así descubrir quién lanzó el presunto infundio y tener que vérselas con el robusto Matamoros, quien, por cierto, ha perdido rotundidad física y hasta cierta jovialidad facial al operarse de las orejas.
Mientras Belén brilla por su ausencia, Chiqui se queda con el público porque la gente está encantada con su estilo y su capacidad de superación. Hace entrevistas de una ingenuidad absoluta y ahí radica su gancho campechano, que manifiesta cierta pureza, al menos profesional. Chiqui dará que hablar, ojito con ella. Si estuviese en el lugar de Belén, no las tendría todas conmigo.