León

Tenemos un problema por José Antonio VERA

La Razón
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Zapatero ha hecho lo que se esperaba, pese a que en las últimas semanas su entorno dio a entender lo contrario. Ha pesado su compromiso con Sonsoles Espinosa (serán dos legislaturas, no más), y también las presiones internas de todos los sectores del PSOE para que decidiera ya. Esperar a que pasaran las elecciones de mayo era prolongar la incertidumbre, algo que en el fondo no quería niel propio Zetapé. Por eso resolvió ayer, y en general se celebró en el partido. Una duda menos. Ahora entramos en un nuevo periodo. Hasta el 22-M nadie dirá formalmente si aspira o no a la sucesión. Así ha sido pactado. Después, en función del resultado, unos y otros presentarán sus cartas.

Rubalcaba no quiere competir con nadie en unas primarias, pues se ve muy por encima de los demás. Su estrategia consistirá en evitar que Carme Chacón se presente y ser aclamado como candidato único, entrando en Ferraz bajo palio. El problema es que la catalana no está por la labor: competirá por la Moncloa con el triministro, aunque de momento no dirá nada. Son las dos opciones previsibles, experiencia frente a juventud, pasado frente a ilusión, jactancia frente a audacia. Puede que a última hora se presente algún otro candidato. Bono siempre quiere, aunque no lo diga, si bien le costaría enfrentarse a Pérez Rubalcaba. Fernández Vara podría tener también la tentación si gana holgadamente el 22-M, aunque su problema está en que viene de las filas del Partido Popular, algo complicado de entender y de explicar en unas elecciones internas dentro del socialismo. La cuestión es que tenemos por delante un año de disputas y los problemas del país no admiten espera. En estos meses, ¿se van a dedicar Rubalcaba y Chacón a gobernar, o quizás a las primarias? Sería muy razonable que ambos dimitieran de sus cargos para centrarse en este tiempo en sus respectivas campañas. No va a ser así porque van a querer ganar desde la ventaja que les otorgan sus respectivas poltronas.

La incógnita está en saber si Zapatero va a poder ejercer como presidente del Ejecutivo pese a no contar desde ayer con el poder real. Los ministros, los altos cargos y los militantes van a mirar más a Rubalcaba (o a Chacón) que a un Zeta que ya es pasado y está pensando más en su retiro dorado en León, junto a su nuevo estatus como miembro del Consejo de Estado.
 Ley de vida, aunque el asunto a debatir está en si España, con sus casi cinco millones de parados y una economía más que precaria, se puede permitir el lujo de aguantar un año más de camarillas, corrillos, campañas y contubernios precongresuales. Cualquiera con dos dedos de frente llegaría a la conclusión de que no: lo más sensato y patriótico hubiera sido convocar elecciones como se ha hecho en el vecino Portugal. El tiempo que invertimos en discusiones lo perdemos en tomar medidas. Salvo que Zapatero fuera capaz de gobernar en estos meses con mano dura, pese a saber que ya no le respalda nadie.

Porque el problema es si le van a dejar funcionar a su aire los demás, particularmente Pérez Rubalcaba, Chacón y compañía. El que de ellos salga elegido va a querer ganar las generales del próximo año, y pensará que eso no es posible con medidas antisociales. Luego el PSOE entra en un momento divino de democracia interna, pero España como país tiene un problema.