Cataluña

OPONIÓN: El servicio de la fe en el mundo secular

La Razón
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El 27 de diciembre de 1985 –ahora hace 25 años- los obispos de Cataluña hicieron público el documento «Raíces cristianas de Cataluña», que tuvo gran resonancia tanto entre nosotros como en el ámbito de la Iglesia católica.
Por medio de aquel documento, los obispos quisieron transmitir esencialmente un triple mensaje. En primer lugar, la afirmación y el reconocimiento de los elementos que identifican a Cataluña; en segundo lugar, la constatación de la presencia fecunda de la fe cristiana y de la Iglesia a lo largo de toda la historia catalana, contribuyendo decisivamente a la configuración de su realidad; en tercer lugar, la formulación del compromiso de la Iglesia de continuar sirviendo a la sociedad catalana, reconociendo los cambios profundos, sociales y culturales, que se habían producido en los últimos años, que sobre todo eran los de las dos últimas décadas del siglo XX.
He hecho este resumen de los objetivos del documento de 1985, como los recordamos los obispos actuales en el nuevo documento de 2011, dado que estos son los mismos objetivos que han guiado la preparación del nuevo documento «Al servicio de nuestro pueblo».
Una misma voluntad de realismo ha presidido la preparación de los dos documentos. Y es muy significativa, en este sentido, la decisión de publicar el documento de 1985 y el actual en un solo opúsculo en la colección «Documents del magisteri», promovida por los obispos de las diócesis catalanas. Por eso mismo, hemos de recomendar la lectura y la reflexión sobre los dos documentos, que se complementan.
La misma voluntad de realismo preside los dos textos. Da prueba de ello el hecho de que en la parte central del nuevo texto se planteen estos ocho retos que la actualidad explicita a los cristianos: la consolidación de la democracia participativa; la distinción entre el ámbito político y el religioso y el fomento de una laicidad positiva; el pluralismo de nuestra sociedad o la diversidad de valores, de estilos de vida y de creencias; el fenómeno poliédrico de la globalización; los flujos migratorios, que plantean nuevos desafíos a la sociedad catalana; la crisis económica tan grave que sufrimos, cuyo trasfondo es una crisis moral y ética profunda; la familia y la educación y la crisis de la transmisión de los valores en estos dos ámbitos primarios de socialización; finalmente, el equilibrio ecológico amenazado, que comporta superar la lógica del mero consumo y promover un progreso que respete el orden de la creación, basándose en una conciencia renovada de la interdependencia que vincula entre sí a todos los habitantes del planeta y en el necesario respeto a la vida humana.
El propósito que ha presidido esta nueva carta pastoral colectiva ha sido renovar el compromiso de toda la Iglesia católica al servicio de nuestro pueblo y la aportación de los católicos al bien común. Ante una fuerte secularización, que tiende a marginar y hacer irrelevante el mensaje y las instituciones cristianas, los obispos hemos creído necesario explicitar nuestro compromiso ante nuestro país. Nos hemos inspirado en los mensajes que nos dejó Benedicto XVI en su reciente visita a Barcelona y hemos querido sobre todo invitar a vivir y proclamar el Evangelio de la esperanza. Y lo hemos hecho con una clara intención, la de trabajar para ofrecer el mejor y más positivo servicio que la fe aporta al mundo secular: la urgencia de anunciarle la persona de Jesucristo y su Reino, que son para nosotros el mayor tesoro que tenemos.


Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona