Teatro

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Palabras que danzan por José Luis Gómez

La Razón
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Nos conocimos personalmente cuando le confié en 1982 la traducción del «Edipo Rey» de Sófocles, trabajo que entrañaba una enorme dificultad porque las traducciones de los textos griegos y latinos en España no tenían, ni aún tienen, la adecuación poética imprescindible. Le rogué que lo hiciera con ocasión de un estreno en el Festival de Mérida, donde el montaje estuvo dirigido por Stavros Doufexis, un griego con quien había convivido durante mis años en Alemania. La traducción fue esplendorosa: logró en castellano unos hexámetros con una correspondencia rítmica total con el original griego. Aun así, a primera vista, nos resultaron muy difíciles de poner en boca, o, como decían los griegos, dejarles salir por el círculo de los dientes. Pero, lo cierto es que, una vez seguidas sus indicaciones, resultaban una verdadera danza.

Diez o doce años después, cuando fundé el Teatro de la Abadía, uno de mis propósitos fue la renovación del castellano en la escena, lo que creo que se ha cumplido y, además, que el ejemplo ha cundido. Rogué entonces a García-Calvo que impartiera durante años una clase de ritmo y prosodia. Acabó siendo una experiencia inolvidable que ha dejado huella en tres o cuatro generaciones de intérpretes de los que se han formado en nuestro teatro y que los hace inmediatamente identificables por cómo utilizan la lengua en escena. Logró transmitirles, además, todo su entusiasmo.

En 1999 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática por una obra inclasificable y extraordinaria como «Baraja del rey Don Pedro». En gratitud a toda esa tarea, asumí la responsablidad de ponerla en escena. Resultó uno de los mejores espectáculos en los que he participado. El recuerdo y la gratitud que le tengo por todo ello es inmenso.

Como dramaturgo dominó la exacta formulación en castellano de situaciones y descripciones de pasiones. Encontraba su máxima expresión en su formulación lingüística. Además fue un extraordinario poeta, de los que dejan huella. Era una tarea deliciosa ponerte en la boca sus palabras, que danzan en el cuerpo de uno.