Grupos
Cabos sueltos
Los nuevos tiempos exigen cada vez más para trabajar en algunos medios. Ayer escribía sobre la necesidad de ser gay para pertenecer a un equipo de rugby irlandés, y hoy quiero explicar cómo en el plano deportivo ha tenido grandes consecuencias el «efecto Sara Carbonero». Esto conduce a que las cadenas televisivas tendrán que hacer los castings para sus secciones de Deportes en los concursos de belleza, porque el perfil exigido es: joven, guapa y atractiva, valorándose mucho que se tenga una relación personal con algún deportista destacado. Ya ven, la cosa no resulta fácil. Ejemplarizante es saber que Laura Vecino y Rafael Medina, a pesar del ducado, y sobre todo de haber cobrado la exclusiva más cara de 2010, no tienen problemas en ir a comprar cosas para el hogar a tiendas de bajo costo. Todo en la vida no va a ser vivir entre Valentino, Hermés o Vuitton. Ya lo dijo un famoso galán que le ponía unos cuernos monumentales a su bella esposa con una vulgarcita muchacha: «Es que el caviar a diario termina cansando». Lo de Jesulín es verdaderamente lastimoso. Después de matar más de mil toros, ganando una fortuna en su profesión y con un puesto en la tauromaquia, ha terminado siendo para los medios el muchacho que fue novio de Belén Esteban, el marido de la Campanario y, lo que es peor, en los últimos tiempos el cuñado de Beatriz Trapote. Como diría el torero: «Es que las tres son como toros». Pero, maestro, no se descuide que son miuras. Carla Bruni, en su transformación no de niña a mujer, sino de pija izquierdista a señora de toda la vida, ha pedido a los Reyes Magos ser madre en 2011. Son ganas de comprometer a tres ancianos tan respetables, compartiendo cama con un machote de reconocida bragueta inquieta como ha sido siempre el señor Sarkozy.