África

Yemen

La revolución continúa

La Razón
La RazónLa Razón

La tercera ficha del dominó revolucionario en el Norte de África caerá a pesar de los esfuerzos del dictador libio, Muamar Gadafi, por mantenerse en el poder otros cuarenta años. Su empeño por conseguirlo a costa del derramamiento de sangre de sus ciudadanos y de desatar una guerra civil entre el este y el oeste del país, desde hace un mes, ha terminado por forzar la actuación del Consejo de Seguridad de la ONU el jueves por la noche.
Desde que se inició esta revolución de las clases medias, y de jóvenes en particular, a finales del año pasado el dictador tunecino, Ben Ali, duró tres semanas en el poder y el octogenario Hosni Mubarak, en Egipto, lo abandonó en quince días. Aunque la resolución de la ONU ha tardado en llegar, la contundencia de sus párrafos no dejan margen para la duda: «Se crea una zona de exclusión aérea sobre Libia y se autoriza a recurrir a todas las medidas necesarias para la protección de los civiles en todo el territorio».
También se autoriza «a todos los Estados miembros de la Liga Árabe y de otras organizaciones regionales» a proteger a poblaciones y bienes de los civiles libios. El coronel Gadafi ha tenido una primera respuesta al declarar un alto el fuego de todas sus operaciones militares, con las que ha estado masacrando a los civiles que pedían el fin de la dictadura. En los próximos días, Francia, Gran Bretaña, EE UU y España participarán en la operación militar de la ONU.
 La resolución del Consejo de Seguridad es también un aviso para navegantes. Primero, porque lleva el aval de la Liga Árabe, lo que equivale al de las monarquías petroleras del Golfo Pérsico, y segundo porque los gobernantes árabes con problemas no pueden atacar a sus propios civiles cuando se organizan manifestaciones pacíficas por el cambio. Y eso incluye a gobiernos como el de Marruecos, Argelia, Yemen, Bahréin, y un suma y sigue.