Londres

La campaña

La Razón
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La bobaliconería de determinados sectores eclesiásticos de que todo el mundo es bueno y que no hay que condenar, o al menos, criticar a nadie ha quedado en evidencia una vez más. Se trata de la campaña contra el Papa desatada con motivo del viaje a Inglaterra.
La ofensiva ha sido por tierra, mar y aire, con lo que queda demostrado lo que ya nos advirtió Jesucristo que los cristianos en cuanto cristianos siempre tendremos enemigos. Como muestra local, la cada vez menos ecléctica «La Vanguardia» nos ofreció a través de su corresponsal en Londres, Rafael Ramos, unas crónicas muy elocuentes: la pederastia de hace 40 años, que los católicos son poquitos, que no se permiten las sacerdotisas, y que la conducta homosexual no recibe la bendición del Papa. Ni una palabra a la figura de Newman, de la importancia histórica de la primera visita de Estado de una Papa a Inglaterra, del discurso en Westminster ante toda la clase política y, sobre todo, del momento en que comunidades enteras anglicanas, con su párroco incluido y algún obispo, se pasan al catolicismo.
Tras el éxito de público y audiencia se remachaban únicamente los aspectos negativos: sociedad agnóstica (seguramente como él), y titulares como «Un Papa, un ateo y una feminista» y «Nunca un pontífice sufrió tal contestación en la calle». Y eso en la Prensa moderada.