Sevilla

Alfonso un consorte «amordazado»

Los supuestos celos de la Duquesa de Alba intimidan a su esposo hasta el punto de que habría dejado de citarse con sus amigos más íntimos

Alfonso Díez
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Confundido y «amordazado». Así se encuentra el Duque consorte de Alba, Alfonso Diez, por los excesivos celos de su octogenaria esposa, Cayetana, y la sugerencia de que no se muestre tan abierto con sus amigos los periodistas como antaño. Vive en una cárcel de oro, en la que tiene todas las comodidades, pero no la libertad que él desea.
Los íntimos hablan de una duquesa celosa que controla a su marido al límite, que quiere estar al tanto hasta de las llamadas personales de Alfonso, al que no da tregua alguna con ese control desmesurado de sus actos.

Y Alfonso, paciente, cariñoso y entregado a la «causa», traga lo que otros no tragarían. Pero bien es verdad que ya no atiende al teléfono tan abiertamente como antes, que su móvil permanece en silencio ante las llamadas, que solamente contesta a las de los más íntimos.
El Duque, al que le disgusta que le llamen «señor duque», apenas acude a actos sociales, y casi siempre que lo hace es en compañía de su señora esposa. Y si Cayetana no le acompañó a la reciente fiesta de «Vanity Fair» es porque el contencioso entre su hija, Eugenia, y su ex yerno, Francisco Rivera, por la custodia de la pequeña Tana, la está afectando de tal manera que se le han quitado hasta las ganas de salir de la casa en la que viven.
En este ambiente, el próximo 5 de octubre, Alfonso y Cayetana cumplirán su primer aniversario de boda y, en este tiempo, el funcionario en excedencia por dos años, ha visto cómo su vida sufría un giro de trescientos sesenta grados. Ni tan siquiera se cita con sus amigos de siempre. Se ha convertido en una inyección de vitaminas para la duquesa, pero, a cambio, ha perdido la libertad de su vida anterior. Control, control y más control.

Preso de sus ilusiones

Hoy, sus aspiraciones son otras. A su proyecto de abrir con sus hermanos una tienda de antigüedades en Madrid, se une la oferta de un medio de comunicación para que ejerza semanalmente como crítico cinematográfico. Alfonso es un entendido en el séptimo arte y dedica tardes enteras, junto a su mujer, a ver películas en la pantalla gigante que tienen instalada en el palacio sevillano de Dueñas, en el que la pareja pasa la mayor parte del año.
Curiosamente, la tienda preferida del ex funcionario en Sevilla es Busatsu, propiedad de Fran Rivera, el hoy «enemigo íntimo» de la Duquesa. Allí encuentra prendas exclusivas de sus caras firmas favoritas. En el vestuario es donde Alfonso rompe con sus costumbres austeras, porque se gasta un buen dinero en ropa. Siempre va impecable.

Sin embargo, la Duquesa de Alba ya le ha dicho que mientras Fran y Eugenia se enfrenten en los juzgados no es recomendable que siga comprando en la tienda del torero.
La vida profesional parece sonreírle también, pero se ve atado de pies y manos. Y es que al señor Diez le llueven las ofertas de trabajo, tanto de ámbito cultural como publicitario. Algunas son un tanto vario pintas. No hace mucho le quisieron fichar para que protagonizara una campaña para anunciar una marca de café, y otra empresa pretendió que prestara su cara a un refresco. Ofertas que son desechadas sistemáticamente en cuanto llegan a la Casa de Alba. Ni se contemplan. Está en otra onda. La ley del silencio impuesta por Doña Cayetana se cumple a rajatabla, y la nueva vida de su esposo transcurre alejada de los flashes e, incluso, de la mayoría de sus antiguas amistades.

Una amiga de la duquesa, que prefiere mantenerse en el anonimato, corrobora lo de los celos: «Cayetana es celosísima, incluso le molesta que sus propias amigas le demos dos besos a Alfonso cuando nos vemos con ellos».

Llamadas en libertad
 Además, según cuentan sus allegados, «si su marido quiere hablar con sus amistades con total libertad tiene que esperar a que la Duquesa se acueste, a eso de las ocho u ocho y media de la tarde, para hacer esas llamadas sin intromisiones de su mujer. Nadie entiende esos celos, porque Alfonso ha demostrado con creces a Cayetana que la fidelidad, el respeto y el cariño, presiden sus actos matrimoniales. Quizá es que la duquesa está muy tocada con el enfrentamiento entre Eugenia y Fran, y se le ha agriado un poquito el carácter. Es más, esa tristeza le ha afectado incluso físicamente…» Al parecer, ni la vitalidad de su querido Alfonso, 25 años más joven que ella, consigue devolverle el ánimo.

Salud delicada
Parece que el otoño ha traído nuevas complicaciones a Doña Cayetana. Según Ep, su entorno más íntimo está preocupado por su salud. A pesar de que a los 86 años siempre ha presumido de energía y vitalidad, por lo visto en los últimos meses su estado anímico ha decaído. Tal sería la situación, que la pareja ha decidido suspender el viaje que tenía previsto para finales de septiembre. Al parecer, sus médicos personales de Sevilla, al igual que hicieron antes de su luna de miel, han desaconsejado que viajara. Y es que desde que comenzó su relación con el ex funcionario, su salud no ha hecho sino empeorar. En este tiempo ya ha sufrido una lesión de cadera tras sufrir una caída en su habitación, y una bronquitis severa que arrastró durante todo el pasado invierno.