Eurocopa

Irán

Eurovisión empacho de ñoñería

¡Bona sera!». Y el Esprit Arena se vino abajo en aplausos. Tuvo que aparecer Raffaella Carrá para llevarse la ovación de la noche por delante de cualquier canción, incluida la ganadora. Fue el minuto de oro de una velada en la que Azerbaiyán se llevó el triunfo con 221 puntos.

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Y lo hizo con un esquema fijo que nunca falla en los primeros puestos de Eurovisión: dúo chico-chica melosos con amenaza de beso empalagosa, baladita ñoña que va a más para desembocar en un medio tiempo y puesta en escena facilota pero efectiva. El año pasado la pareja danesa con «In a Moment Like This» quedó cuarta con idéntica fórmula y este año, Ell y Nikki se llevan el festival a un país que cuesta localizar en el mapa: al fondo a la derecha junto al Caspio y al norte de Irán. Él con exceso de cera en el pelo, y ella, un clon a Susana Reche, la stripper de cabecera de «Crónicas marcianas».

Italia regresa y triunfa
El podio lo completaron Italia y Suecia. El país de Berlusconi volvía de un exilio voluntario decretado en 1997 y lo ha hecho a lo grande. Rafael Gualazzi fue autor, compositor e intérprete de un tema de jazz seleccionado en el festival de San Remo que le devuelve grandes dosis de dignidad al añejo festival. También estuvo a la altura el sueco Eric Saade. De haber sobrevivido la «Superpop», tendría un desplegable la semana que viene con pegatinas incluidas: una coreografía de aúpa, voz correcta y un efecto «cristales rotos» para copiar.

Algo más atrás quedaron los favoritos: el dúo irlandés Jedward, que bien podrían llamarse Bimba&Lola en versión brilli-brilli. Desataron una sobredosis de friquismo tal que suplía a los otros 24 países finalistas juntos. Pero ahí estaban ellos dos, como Lady Gaga, pero en cateto, abusando del grito y de la gomina para un tupé imposible. Otros que buscaban ganar eran los Blue. Los británicos se mataron en el gimnasio antes de ir a Düsseldorf, pero se olvidaron de empastar sus voces. También falló «Il divo» francés Amaury Vassili. El espectacular fondo que le preparó la televisión alemana no pudo con su pelo encrespado.

Entre los artistas que dieron una lección de música y a los que no se les hizo justicia están los islandeses y la intimista suiza Anna Rosinelli. Caso aparte es el de Serbia, con una Nina que emuló en un revival exquisito a Massiel con trío Lalalá incluido. Más ecléctica era la propuesta griega con un rapero hiperactivo y un Darek que bailaba sirtaki. También dión su dosis de espectáculo Estonia, que comenzó imitando a la perfección el baile del pañuelo de Leonardo Dantés, los gnomos de Moldavia y el ruso con miradas de «vótame, chata».

Entre el cupo de imprescindibles en Eurovisión se enmarcaban el típico solista con cara de pena –lo aportó Finlandia–, las baladas de Austria y Ucrania más vistas que el tebeo, y la rubia discotequera de Hungría con un anillo que tenía que ser de «bisuta plástica» porque no hay dedo que aguante tanto kilate junto. Después de tres horas largas de retransmisión, José María Íñigo venía a confirmar la desgana con la que locutó el certamen. «Sí, sí, ya me voy», se le escapó mientras repetían los ganadores, como el que avisa en casa para que le recalienten las croquetas de la cena en el microondas. Pues eso. Que vuelva Uribarri.

España, otra vez a la cola de Europa
Hace unos días la gallega Lucía Pérez aseguró a LA RAZÓN que no le quitaba el sueño quedar la última en Eurovisión. Menos mal, porque si no habría que haberle recetado unos tranquilizantes por vena por su antepenúltima posición con 50 puntos: 23 de 25 países. Lo cierto es que bastante hizo frente a «Que me quiten lo bailao», la canción que Boris Izaguirre decidió que Lucía cantara en la selección organizada por TVE. Con un «uouououo» que taladra los oídos y se queda pegado al cerebelo, poco se puede hacer.

Ni su sonrisa, tampoco la coreografía de Lola González –¿por qué el avioncito con bengalas?–, menos aún las palmeritas del fondo. Uribarri aventuró ayer en estas páginas que España quedaría entre los cinco últimos y no falló. El regalo de los 12 puntos de Portugal y Francia se unió a los votos de Rumanía (5), Albania (5), Estonia (4), Macedonia (4), Suiza (3), Eslovaquia (2), Eslovenia (2) y Reino Unido (1).