
Marbella
La nueva casa de Jesulín es de alquiler por Jesús MARIÑAS
Si con algo tan intrascendente nos venden una burra falsa, igual tendremos que cuestionar las descalificaciones de Jesulín sobre episodios con Belén Esteban, la que llora que te llora en el «Sálvame» de Jorge Javier.

Ninguno se escapa de las lágrimas copiosas y bien administradas. Como cuando Raquel Bollo exhuma desgracias matrimoniales con un Chiquetete que, tras esto, quedará inservible para tener una relación. Lo siento por él y por el de Ubrique, nuevamente urdidor de una patraña para mejorar su imagen. ¿Engañan él y la Campanario, o también la revista quizá colaborando en deformar la realidad? Nunca lo hubiera pensado del «¡Hola!», habitualmente certera, veraz y auténtica, aunque en ocasiones haya pintado de colores lo que era sombrío. Todos admiramos en su penúltimo número el chalé de mil metros que la pareja estrenaba en Arcos, dejando atrás las trifulcas de Ambiciones o el adosado de Jerez, que sigue en venta tras un año tasado en 400.000 euros.
Más suerte tuvieron cinco de los siete apartamentos que tenía en el Skol de Marbella y de los que sólo le quedan dos. Jesulín busca ir ligero de equipaje y, por eso, y aquí conviene pasmarse, no ha pagado el 1.270.000 euros del frío casoplón que lanza como «nuevo hogar». Lo ofrecido en el reportaje tan sólo es el edificio piloto que se muestra a posibles compradores en la urbanización Las Jacarandas, villas con cuatro habitaciones –la mayor de 13 metros–y otros tantos baños, además de un multicine y un garaje de 42 metros.
Los detalles y las fotos están desglosados en la web de Arcos Garden, donde añaden que con la compra regalan la inscripción en un club de golf. La pareja optó por el alquiler con opción a compra, impensable porque el diestro cuestiona las inversiones inmobiliarias desde que descubrió cómo su padre malgastó parte de su fortunón, un dinero logrado a base de cornadas.
La urbanización es de un Mora Figueroa, parece que íntimo amigo, y así le echa un cable. Sorprende la rotundidad maciza del lecho matrimonial aunque su decoradora, una chica de la zona llamada Ivonne Rodríguez, afirma que le dejaron libertad para amueblarla. Pero la cuestión es saber si Nati Abascal aderezó el inexistente estilismo con mando a distancia. La Campanario lució falda con dobladillo recogido por alfileres. Resulta chapucero y no refleja la mano maestra de la exquisita Nati. Doble borrón por tanto: en las intenciones clarificadoras del torero y para la elegancia de Nati.
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