Las grasas forman dos grupos de buenos y malos. La grasa saturada y las grasas trans, que nos colocan en riesgo de obesidad, hipertensión y accidente cardiovascular. Las grasas monoinsaturadas se hallan en el aceite de oliva y los aguacates; y las grasas poliinsaturadas, que incluyen los omega-6 y omega-3, reducen el colesterol, los triglicéridos, el riesgo de formación de trombos, y se encuentran en el pescado azul, las pipas de girasol, y las nueces. Como quiera que el 60 por ciento del cerebro es grasa estructural, de la cual el 25 por
ciento es DHA (uno de los tres omega-3), convendría poner oído al parche,
no vaya a ser que en una de esas
restricciones drásticas nos quedemos tontos.