Museo del Prado

«Las Meninas» en familia

El visitante esporádico apenas notará diferencias. En cambio, el que visita El Prado cada semana, lo verá muy cambiado a partir de ahora.

«Las Meninas», en familia
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Aunque la reordenación de la Galería Central de la pinacoteca, que el museo presentó ayer a la Prensa, es en realidad la penúltima fase de un proceso que arrancó en 2007, con la reapertura de las colecciones, y que, desde 2009, implica un plan de reordenación que terminará en 2012 con las salas dedicadas a la pintura flamenca. La clave de este proceso: los mismos cuadros y los mismos artistas –salvo unas pocas excepciones rescatadas de los depósitos, como un Luis Tristán y un Pedro de Orrente–, pero diferentes localizaciones para cada obra. «La idea principal de la Galería Central es mostrar el corazón de las colecciones, de la gran pintura europea, una tradición que va desde los pintores venecianos y que enlaza con Velázquez», explicó el director adjunto de Conservación e Investigación del Museo, Gabriele Finaldi. Así, si la escuela veneciana estaba hasta hace poco en la planta cero, ahora Tiziano, Veronés, Tintoretto y Bassano han subido un piso y saludan al público nada más acceder al corazón del emblemático edificio Villanueva, su Galería Central. La misma sala acoge obras de Guido Reni, Annibale Carracci y Horacio Gentileschi, y sirve para exhibir a Rubens, uno de los motivos de orgullo del Prado. La admiración de éste por Tiziano –el artista más valorado en la corte de los Habsburgo, como recordó Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura Italiana hasta 1700– y la huella que el propio holandés dejó en España se relacionan así con la obra de artistas posteriores. «Durante la edad moderna la pintura es un lenguaje universal que no conoce fronteras», añadió Javier Portús, jefe de conservación de obras españolas. Se tejen así redes e influencias entre artistas que se pueden buscar en los Ribera, Murillo, Maíno y Zurbarán, ahora organizados en 16 salas dedicadas a pintura española del XVI al XVII.
La amplia colección de Velázquez, otra de las señas de identidad del museo, se extiende ahora en cinco salas completas más alguna incursión en las adyacentes. El turista puede respirar tranquilo: «Las Meninas» no se han movido de la gran sala basilical que presiden, pero ahora están rodeadas por los retratos de la familia real; obras maestras como «La fragua de Vulcano», «Marte» y «Las hilanderas» han pasado a salas contiguas, según un criterio más temático e historiográfico que cronológico. Igualmente, las tres salas dedicadas a El Greco se mantienen, pero con nuevo reparto de lienzos.