Río de Janeiro

Riéndose de Janeiro

La Razón
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Desde hace unos días, el alcalde de Sevilla está en Río de Janeiro, lo cual no es una ciudad ni ningún sitio sino un estado de gracia. Estar en Río es como cuando los reyes estaban en Babia, una forma de irse medio quedándose y de seguir no estando pero riéndose. Monteseirín está riéndose de Janeiro desde hace tiempo, alianzando civilizaciones y anillando patos, representando a la ciudad y sustituyendo por ahí a Zapatero porque en política no hay nadie que se represente nunca a sí mismo sino que todo son sustituciones. Como Sevilla entera no pudo ir a la final de Copa, pues allá que se fue Monteseirín que, al caso y como todo el mundo sabe, es como si también hubieran ido las familias al completo de Pino Montano. Ellos tienen esa facilidad de representarnos en cualquier parte y de sustituirse donde sea, menos en las cenas con marisco, que ahí nunca suelen mandar a nadie y además pueden ir acompañados. Y si Monteseirín sustituye a Zapatero en lo de reírse de Janeiro, Juan Espadas lo sustituye «de mientras» a él en lo de Sevilla y Griñán les sustituye un cinco por ciento de sueldo a todos los funcionarios, en un efecto encadenado y simultáneo que comienza por Brasil y que bien puede terminar en la nómina de un bombero de Alcalá. El caso es que siendo igual de pésimas y perniciosas las sustituciones políticas como sus originales, hasta el presidente de la Junta ha tenido que reconocer esta semana que aunque Zapatero sea malo –de cojones, le faltó decir–, eso no significa que la oposición sea mejor. Después se ha quedado tan pancho porque en el Parlamento las explicaciones son como si nos las dieran de uno en uno, se ha liado un Consejo extraordinario y se lo ha fumado a la salud de un recorte salarial a funcionarios y pensionistas, con lo que ya pueden adivinar que los políticos se bastan y se sobran para representarnos a todos en la filfa pero que la leña nos la reparten directamente, sin ninguna clase de intermediarios. 285.000 andaluces cobran desde hoy un poco menos sin que les hayan explicado la ecuación por la que recortándose su propio sueldo y pagando más al Estado, se ayudan a sí mismos de manera que, en este limbo de magias cruzadas, la cosa se reduce a bajar el sueldo a los demás sin que los políticos tengan que dejar de reírse. Eso que Monteseirín está haciendo ahora en Janeiro, donde malamente nos representa, para que los dientes que se rompan sean los nuestros de aquí.