Rock in Rio: Red Hot Chili Peppers desafían a los elementos

La segunda ronda de conciertos del Rock in Rio, tras la potente primera jornada en la que destacó muy por encima de Katy Perry y Rihanna la atronadora voz de Sir Elton John, fue, por increíble que parezca, de menos a más a pesar de que la banda californiana arrancó bien entrada la madrugada.

Los incondicionales, que tuvieron que padecer largas colas de acceso y un transporte calamitoso hasta la Ciudad del Rock, al que le han llovido críticas a mansalva de los medios cariocas, lo dieron todo. Algunos, incluso, aprovecharon para casarse en los prolegómenos de la traca final. El llenazo incontestable, como en la apertura del festival, aseguraba una noche cuajada de energía.

No menos de 100.000 personas corearon especialmente los himnos de sus discos bandera 'Blood Sugar Sex Magik' (1991) y 'Californication' (1999). Curtidos en mil batallas, la banda logró hacerse con el personal con ritmos sincopados, mucha tralla y algo de funk y, desde ese momento, marcó los tempos a la perfección: una bandera de Brasil por aquí, unas palabras en portugués por allá y mucha, mucha guitarra (se empezaba a echar en falta después de tanta puesta en escena sin chica). De los temas de su último álbum "I'am with you"poco que destacar. Aún en fase desconocida para el gran público, ese que sólo corea los clásicos, el concierto sirvió para ir engrasando la máquina con vistas a su paso por Madrid y Barcelona en diciembre.

Sobre el festival conviene destacar que, pese a los inconvenientes de un recinto masificado (como es menester), ubicado a más de una hora en coche de la capital carioca, ha logrado calar en los brasileños llegados de todos los rincones de este inmenso país que es casi un continente en si mismo.

Hoy los aficionados al guitarreo puro y duro tendrán su cuota con un día dedicado casi en exclusiva al metal. Primero Motörhead y luego los enmascarados Slipknot darán paso a Metallica. Río contiene el aliento.