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El Sevilla ya no da miedo

El Sevilla es séptimo. Ésa es la realidad a día de hoy. Con Luis Fabiano, Kanouté, Negredo, Perotti... con dos goles en contra y toda una segunda parte para intentar remontar, la única ocasión clara de gol creada al Sporting –en seis jornadas había ganado un partido y fue a la tercera cuando conservó un 2-0 a favor– fue de un semidesconocido tres años después llamado Acosta y pasados los 90 minutos reglamentarios. Gregorio Manzano ya sabe lo que hay. Mucho según el club, pero no tanto viendo el rendimiento general.

JUAN PABLO celebra uno de los goles del Sporting, que respira en la tabla clasificatoria a costa de un descafeinado Sevilla
JUAN PABLO celebra uno de los goles del Sporting, que respira en la tabla clasificatoria a costa de un descafeinado Sevillalarazon

Sin Jesús Navas, el Sevilla es un equipo diésel. Va a por los partidos, pero la mayoría de las veces se queda en el camino. Tuvo el balón y el Sporting dejó que lo tuviera. Sangoy, con su precioso cabezazo, ejecutó el guión de Preciado: marcar rápido, cuanto antes mejor, y desde ese instante salir a la contra. Pasar del acoso y la intensidad inicial a la velocidad y electricidad de sus ataques. Renato y Romaric manoseaban el balón, a veces con criterio, y Konko daba profundidad a la banda derecha para que Alfaro tirara diagonales. Así llegaron las dos mejores ocasiones, ambas con remates alejados, pero francos, del jugador onubense.

Objetivamente, había motivos para la esperanza blanca en el segundo tiempo y para confiar en los mismos jugadores. Lo que nadie esperaba era la genialidad de Diego Castro. El pontevedrés, una debilidad de Monchi que termina contrato en junio, se inventó un taconazo tras otro jugadón de Carmelo, esta vez con Alexis demasiado permisivo.

El escenario (2-0) obligó a Manzano a reaccionar. Los sacrificados para que entraran Kanouté y Guarente fueron Negredo y Romaric. Luis Fabiano permaneció sobre el campo, pero era como si no estuviera. El Sevilla tocaba mucho y pisaba muy poco el área de Juan Pablo, inédito.

Lejos de recortar distancias, al final fue Palop quien evitó con un paradón a remate de Bilic que el resultado fuera incluso más abultado. La solución a muchos, aunque no todos los problemas, tiene nombre: Jesús Navas. Como hace tres años con Alves, el Sevilla suspira por el palaciego.