Novela

A mí las mujeres

Su Álter ego patrioFran RiveraLa colección de conquistas del diestro –ciertas o no– es legendaria. Es un enamorado del amor o, si lo prefieren, un amante inconstante, amigo de relaciones poco duraderas. Eugenia Martínez de Irujo no le pudo perdonar sus infidelidades.

Una de las actuaciones de Matías Alé en el programa de baile en el que interviene
Una de las actuaciones de Matías Alé en el programa de baile en el que intervienelarazon

He aquí a un mozo que intercambia chicas y relaciones como otros cromos, un «picaflor» que tiene a Argentina en vilo dadas sus cualidades de «recordman» sexual, que lo mismo colecciona novias oficiales que amantes oficiosas y otras directamente mentirosas. Matías Alé es un humorista que ha hecho de su vida sentimental un chiste. Su predilección son las vedettes, vicetiples y las que caigan. Él engorda su currículo y a cambio ellas logran fama. A cuenta de sus devaneos y rupturas varias, Alé rentabiliza los despechos femeninos haciendo piruetas y demás excesos corporales en la versión argentina de «Mira quién baila», aunque en su caso mejor sería calificar su participación como «Mira a quién engaña».

La penúltima relación seria de Matías Alé fue con una tal Floppy Tesouro –con ese nombre cualquier relación que se tenga con la muchacha sólo puede acabar mal– a la que engañó, o eso dice la otra implicada, con Macarena Lemos. Una simple aventura, porque Lemos afirma que «yo jamás plantaría bandera con Matías. Cumplí 21 años, dejé pasar a tantos, a Lionel Messi...». Conclusión, Lemos le ha dejado a la altura del betún en público. Eso sí le ha puesto un «11» en sexo. Por si fuese poco, una compañera del programa, Laurita Fernández, ha afirmado que ha sido acosada por Alé «vía celular».

Mientras ellas hablan, ¿qué hace Matías «que la lías»? Confesar en televisión que está yendo a terapia psicológica. ¿El diagnóstico? Según él, tiene el síndrome de Don Juan que –atención con qué episodio de su vida lo relaciona– ha sido provocado porque «casi me ahogo con el cordón umbilical cuando nací». De ahí que el chico tenga fobia a los compromisos, a sentirse asfixiado por mujeres que sean tan gelatinosas como el dichoso cordón. Sí, las explicaciones son de psicología de bolsillo o de todo a un euro, como prefieran, pero ahí está él, tan conforme con su destino marcado desde accidentado nacimiento.

Pero Alé va un paso más allá y afirma: «Debo de tener el problema de Michael Douglas», refiriéndose a ese episodio de adicción sexual que le sobrevino después de hacer que hacía el amor con Sharon Stone... Bueno, si él lo dice. Sea como fuere, Matías Alé está haciendo de su vida su mejor «sketch», una de las bromas más pesadas del otro lado del Atlántico.