París

Louis Vuitton reivindica el cigarrillo de Kate Moss como parte del desfile

El polémico cigarrillo que Kate Moss fumó ayer durante el desfile de Louis Vuitton en París, fue una licencia programada por la casa de moda, que pretendía complementar sobre la pasarela la teatralidad del tema de "femme fatale"que inspiró la colección de Marc Jacobs.

"Estaba programado, y no fue una provocación", señaló a Efe un portavoz de Louis Vuitton que aseguró que "todo el mundo comprendió que formaba parte de la puesta en escena"de la colección de la firma de marroquinería.

En shorts ajustados, con guantes de piel, botas de cocodrilo, body abotonado con mangas flotantes y diadema con diamantes, el retorno a las pasarelas de Moss, a los 37 años y tras sus sonados escándalos por consumo de cocaína, no dejó indiferente a nadie.

Ni por el "comeback"de la ex diva a las pasarelas de París diez años después, ni por la narración de Jacobs, que sedujo en el corazón de la Ciudad de la Luz con una propuesta que bebe de la pornografía de los años cuarenta del pasado siglo para recrear un universo lascivo con una mujer descarada e imponente como protagonista.

La colección y la aparición de Moss, cigarrillo en boca, volvió casi invisible a la ex supermodelo Naomi Campbell, que también cedió su cuerpo a los diseños de Jacobs.

El neoyorquino la atavió con una gorra militar que recordaba a Charlotte Rampling en la provocadora cinta "El portero de noche"de Liliana Cavani, con chaleco oscuro rematado con un cuello blanco, falda color arena y botas negras altas rematadas con cordones.

La propuesta de Louis Vuitton, uno de los desfiles que cerró en París la semana de la moda Prêt-à-Porter para el otoño-invierno 2011-2012, no se libró de la polémica.

Sin embargo, el viaje de Jacobs a las intrigas sexuales del pasado con referencias a la sexualidad explícita y al sadomasoquismo en blanco y negro, con una propuesta artística trabajada y aplaudida por la crítica, se quedó en mera anécdota al lado del escándalo de John Galliano.

El diseñador, al que se supone recuperándose de su problema con el alcohol en una clínica en Arizona, fue despedido fulminantemente de la casa Christian Dior tras la difusión de un vídeo en el que, borracho, declaraba su amor por Hitler y dos denuncias por injurias racistas.