Siria
Estrategias por Manuel Coma
El origen de la intervención en Libia fue un ejemplo más de cómo los que nos gobiernan pueden tomar decisiones importantes por motivos triviales, de manera irresponsable. Fue una chapuza de Sarkozy, y, horrorizado, Cameron se metió en el asunto y consiguió convencer a Obama para que los salvase del más que probable desastre. Lo hizo con repugnancia y la Divina Providencia colaboró evitando que un error en los bombardeos matase a docenas de mujeres y niños. La cosa salió bien de inmediato, aunque muchos de los males anunciados se están dando. Hasta el último momento las elecciones se presentaban muy feas, pero se desarrollaron con bastante orden y los islamistas más confesos fueron derrotados por una candidatura que muchos buenistas y no pocos halcones quieren creer que es liberal, especie que no se da en el país. Elecciones auténticas no es lo mismo que demócratas de mente y corazón al poder. La lógica es: si en Libia sí, con más razón en Siria. Muy cierto. Las motivaciones para Siria son mucho más poderosas, pero también la empresa es mucho más difícil y, por tanto, los riesgos mucho mayores, no sólo de perder, sino incluso de ganar. Tanto es así que puede suponerse con serio fundamento que uno de los obscuros y tácitos, incluso subconscientes, motivos de la intervención en Libia fue para estar ocupados y quedar lo suficientemente exhaustos como para no tener que hacerlo en otra parte y ninguna otra parte es más adecuada para que Siria. En el despuntar de la Primavera Árabe, que Occidente hubiese dejado a Gadafi aplastarla hubiera sido muy fuerte. Se evitó de momento, el honor quedó a salvo y las posibilidades de repetirlo, menguadas. Pero más de lo que parece no salió bien, y peor que pudo haber sido, aunque nada comparable a los riesgos de Siria, lo que no significa que no se pueda hacer nada.
Manuel Coma
Director del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES)