Valladolid

El coraje de Morante

Sexta de feria. Se lidiaron toros de Las Ramblas, bonitos de hechuras, bajos de casta y desiguales de juego, el 3º, bueno, manejable el 6º, 1º y 4º rajados, 2º complicado y 5º deslucido. Menos de tres cuartos de entrada. - Uceda Leal, de verde hoja y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada, descabello (saludos). - Morante de la Puebla, de azul pavo y oro, estocada (oreja); estocada contraria, descabello (saludos).- Alejandro Talavante, de grana y oro, dos pinchazos, media, descabello (saludos); tres pinchazos, media, aviso (palmas).

El coraje de Morante
El coraje de Morantelarazon

A Morante se le premio con un trofeo, como tantos otros que han caído en la feria. Pero nada que ver. En los albores de la faena, cuando estábamos empezando a degustar el pastel, se fue el segundo toro derecho a la barriga del torero. Sin más preámbulos. Sin tiempo para otros pensamientos. En esas décimas de segundo, medio tendido pensó que ahí, justo ahí, acababa la faena. Nos equivocamos. Acababa de empezar el trasteo de Morante en la versión del coraje. Vaya que si lo tiene. Se había partido un pitón el toro, el derecho, y la primera parte de la lidia anduvimos más tiempo pendiente de ese detalle que de otras realidades. Antes de la colada, más clara que el agua, había conquistado Morante una tanda diestra firme de verdad. En ese punto de inflexión, que nos hizo entrar a todos en el trasteo de inmediato, se reconstruyó Morante y siguió por ese lado, tragando, para crear muletazos de una profundidad exquisita, porque se intuía la fragilidad que había en cada uno de ellos. Lo intentó también por el izquierdo, reponía mucho el toro, con muchos pies, descomponía el torero, aunque hubo algún pase muy meritorio de un torero muy capaz. Importante. La espada la hundió hasta el final. Y el trofeo caía solo. Pero la faena, como pasa casi siempre con Morante, había tenido más recovecos, otros alicientes.
A su segundo lo picaron bajo y se acabó la historia.

La corrida de Las Ramblas no podía ser más bonita, estrechita de sienes, enseñando las puntas de los pitones, castaños todos, pero no acabó de rematar en el último tercio.

Se dejó el sexto, aunque había que tocarlo para alargarle el viaje y a Talavante le quedó más limpia la historia cuando lo llevó en línea. La faena fue de menos a más, aunque la espada desmoronó lo que había creado. Dejó crudo en el caballo al tercero. El mejor toro del encierro.

Embistió despacio y más todavía toreó Talavante. Largura y despaciosidad. Ésas fueron las claves de la primera parte del trasteo. Después fue sumando Talavante distintas maneras de interpretar el toreo, para acabar en la verticalidad con la que se dio a conocer como novillero. Y esa espada que no entra.

A Uceda Leal le tocaron dos toros rajados que se acomodaron en tablas para condicionar así ambas faenas. Derrochó voluntad, aunque lo mejor que pudo dejar el sustituto de Cayetano fueron los dos saludos de capa. Verónicas suaves y aterciopeladas...