España
Curar el síndrome Down por Cristina L Schlichting
Tengo un simpatiquísimo sobrino con síndrome Down y conozco la dificultad que añade a la vida de los padres el atender a las múltiples necesidades de un niño con discapacidad. Acudir semanalmente al logopeda, clases de natación o refuerzo académico, sin apenas ayudas públicas; afrontar cardiopatías, problemas dentales o hematológicos, triplica los esfuerzos educativos de la pareja valiente que saca adelante a su hijo down. Por eso he recibido con enorme alegría la noticia de los avances en la lucha contra el síndrome que ha traído a España esta semana el doctor Elard Koch. Y por eso mismo denuncio en este periódico –uno de los pocos lugares, junto con la Cadena Cope, donde todavía se pueden contar estas cosas– que los avances en este campo no salen en los telediarios españoles. Koch dirige el Instituto de Epidemiología Molecular y el Centro de Medicina Embrionaria y Salud Materna de Chile y es parte de una vanguardia internacional que, desde Washington, está empeñada en la salud embrionaria y la intervención prenatal del feto. Gracias a la inhibición de una enzima –responsable de las alteraciones que genera la trisomía del cromosoma 21– Koch ha conseguido minimizar en ratones las expresiones del síndrome Down en el aspecto y la salud de las crías. Calcula que en dos años estarán listas las técnicas experimentales en humanos que permitirán, gracias al suministro de un medicamento a la madre embarazada, que el feto nazca sin apariencia Down, con mucha más capacidad cognitiva, sin apenas anomalías cardíacas y con una mejor expectativa de vida. Elard Koch, que es revisor externo de prestigiosas revistas como Annals of Internal Medicine, no promete la curación de la trisomía, pero está desarrollando un test de embarazo para los primeros diez días que diagnostique también la existencia del síndrome y permita intervenir sus consecuencias entre la segunda y la octava semana de gestación. Curiosamente, sus investigaciones se desarrollan en Chile porque allí no existe ley de aborto. O sea, gracias a los niños down chilenos, los nuestros tendrán una vida más sana el día de mañana. Del mismo modo que los instigadores de la eutanasia frenan la gerontología y la investigación en cuidados paliativos, quienes niegan la continuidad de la vida desde la concepción impiden a la vez el desarrollo de la medicina prenatal. Hay algo muy impresionante en la batalla de la inteligencia humana contra la enfermedad y la muerte. Y yo sospecho que hay algo patológico –lo digo humildemente y pensando en mis debilidades– en rendirse. Creo que el sujeto que teme al sufrimiento se hace más frágil y acaba padeciendo más. Me alegro de que la valentía de los chilenos constituya una esperanza para nuestros hijos.