Es motivo de satisfacción comprobar cómo las Fuerzas de Seguridad hacen lo que deben incluso con una tregua de Eta de por medio. A los terroristas les debe quedar claro que el alto el fuego es cosa de ellos, pero que no hay tal para los cuerpos policiales del Estado, que han de perseguir el delito allí donde se produce, y arrestar a quienes lo perpetran.

Algo diferente, por cierto, a lo que hizo durante el pasado proceso de conversaciones con la banda, cuando no sólo no se detuvo a nadie en meses, sino que además se alertó a los del Faisán de que había una operación judicial para detenerles. Parece ahora diferente y uno se alegra, si bien hay también algún dato para el análisis.

Como buen estratega, Rubalcaba persigue y captura a los que más conviene, o sea, a los más malos de los malos, los que en este momento y en otros anteriores no estaban por la labor de sustentar tregua alguna, quieren que Eta siga matando y se oponen al proceso de diversificación de la izquierda abertzale y la consiguiente ruptura de lazos con la organización asesina. O sea, lo que podríamos denominar una operación táctica.Francamente no me parece mal, sino todo lo contrario. A esto se le llamó siempre la política del palo y la zanahoria, y el ministro del Interior sabe aplicarla como nadie