Murcia

Miles Gloriosus por Pedro Alberto Cruz

La Razón
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No puedo saber, porque todavía se está desarrollando el evento, el resultado de la huelga general (que para ser coherentes debiera llamarse de tropa, claro que quienes la organizan cobran en estos tiempos como un general, con tres pagas extraordinarias y sin haber estudiado para aprender), si ha sido un triunfo o un fracaso, si por una vez las cifras de unos y otros se aproximan y no se diferencian en varios millones, si los piquetes «informativos» han informado o, como siempre, han actuado cual vándalos desatados; no lo sé, pero da igual: los gloriosos militares, perdón, militantes, se concederán medallas e irán a tomar cervezas a los bares en los que horas antes han ejercido el derecho «a la intimidación». No puedo saber, porque todavía queda mucho de campaña electoral, que nuevas perlas adornarán la corona de ese señor que anda sobrado de más, y que echa la culpa a los demás de lo que él hace, si con ellas cosechará más votos y aumentará más la crispación de los que le siguen contra el resto de españoles, si en su liberadora andadura no pondrá más piedra en el camino común mientras oculta los desprendimientos que impiden caminar por su tortuosa senda; no lo sé, pero da igual: el se mostrará glorioso a su militancia levantando la barbilla a un cielo, ¡cosas de la vida!, plagado de estrellas. No puedo saber, porque los tahúres del Misisipi no han enseñado todas sus cartas, hasta dónde puede llegar la incongruencia de los causantes de la ruina, qué cota alcanza su maniqueísmo, y hasta cuándo podrán seguir actuando sin sentir vergüenza al mirarse al espejo (hasta el de la madrastra de Blancanieves de rebeló contra su dueña); no lo sé, pero sí sé que todos seguirán comportándose como ese «soldado fanfarrón» (miles gloriosus) de Plauto, y espero que terminen como él, burlados, víctimas del escarnio y, lo pero para su orgullo, temerosos de perder su graduación.