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Las siestas por Andrés ABERASTURI

Las siestas, por Andrés ABERASTURI
Las siestas, por Andrés ABERASTURIlarazon

Como la Nasa parece que ya no va a seguir mandando trasbordadores por esos mundos de Dios que salen por un pico y no está USA para muchos despilfarros, se dedica ahora al estudio de la siesta que resulta más barato, más gratificante y más cercano. Y ya tienen conclusiones: debe durar 26 minutos, ni uno más, ni uno menos. Yo creo que esto es una exageración, que como están tan acostumbrados a lo de la cuenta atrás, piensan que la muy clásica cabezadita se puede medir y cronometrar. No. Las siestas están llenas de liturgias incluso complicadas y pasan por varias fases: los cojines sobre los que reposar la cabeza, deben ser siempre los mismos y guardar, además, un orden determinado; no es lo mismo una siesta con el mando a distancia agarrado que sobre la barriga y es distinto el descanso con Belén Esteban de fondo que con las tortuguitas de La 2 desovando en una playa exótica. Y luego habría que matizar de qué siesta hablamos porque aunque la más común es la de después de comer, está también la del carnero que es justo antes de mediodía y una que no sé si tiene nombre y que ataca entre las siete y las ocho de la tarde con una virulencia en ocasiones inusitada. En cualquier caso lo que parece claro es que eso de quedarse transpuesto (una palabra hermosa que ya apenas se usa) es costumbre beneficiosa siempre que no se abuse, que más de uno que conozco yo en lugar de elegir entren las tres siestas, las copan todas y así no ha forma de levantar España.