Jubilación

En la encrucijada por Sergio ALONSO

En la encrucijada, por Sergio ALONSO
En la encrucijada, por Sergio ALONSOlarazon

En estos momentos, se encuentra en una encrucijada histórica. La imprevisión del Gobierno y la dureza de la crisis han abocado a la Sanidad española a un camino sin retorno que conduce a un escenario radicalmente diferente del actual. Puede que se supriman prestaciones, que aumente el copago por servicios o medicinas, o que las innovaciones terapéuticas se introduzcan mediante cribas mucho más duras. Aún se ignora. De lo que no cabe duda es de que nada va a ser como hasta ahora y de que se avecinan cambios trascendentales motivados por la agobiante falta de fondos. En esta tesitura, sorprende la pérdida de peso específico que está experimentando el Ministerio de Sanidad. Pérdida frente a otros ministerios, frente a las autonomías y frente al propio sector. Una pérdida, en definitiva, que fue especialmente intensa en tiempos de Bernat Soria; se redujo en parte en la etapa de Trinidad Jiménez, y ha vuelto a acentuarse ahora bajo el mandato de Leire Pajín.


Llama la atención que con la que está cayendo, la ministra y sus lugartenientes pierdan el tiempo con leyes absurdas y descafeinadas como la de Salud Pública, previo cese del director general que elaboró el texto, la de la muerte digna (¿es que los pacientes fallecen ahora de forma indigna?) o la de Igualdad de Trato. El caso de esta última norma es especialmente singular del desvarío desatado en Sanidad al acumular las competencias de Política Social e Igualdad. Porque, puestos a hablar de desigualdad de trato, la ministra podría echar una mirada por el sistema sanitario que regenta. El Consejo Económico y Social (CES) ha elaborado un interesante informe en el que se constata que en España se han consolidado pacientes de primera y de segunda categoría, con derecho a diferentes prestaciones, en función del lugar en el que residan o reciban la asistencia. Mientras el Ministerio se entretiene en bagatelas, la crisis corroe los cimientos del sistema y ninguno de los altos cargos actuales parece percatarse de ello.