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Salinger el enigma se despeja
Kenneth Slawenski revela en la biografía «Una vida oculta», que edita Galaxia Gutenberg, que todavía quedan dos novelas inéditas, varios relatos, su experiencia en el desembarco en Normandía y la importancia de la religión en su decisión de recluirse del mundo. Imprescindible

Al acabar de hablar con Kenneth Slawenski, autor de la biografía sobre Salinger, se tiene la impresión de que se ha estado con el propio escritor. Incluso vacila cuando se le pide una fotografía para ilustrar la entrevista. En su rostro sobresalen los rasgos finos y una nariz puntiaguda. Durante la conversación habla despacio pero con interés sobre Salinger. Y es que mañana sale a la venta en España «Una vida oculta» (Galaxia Gutenberg), riguroso y escrupuloso estudio sobre el autor de «El guardián entre el centeno» que le ha llevado casi una década.
La entrevista se desarrolla en la biblioteca del Instituto Cervantes de Nueva York. Slawenski mide cada una de las palabras que pronuncia. Quiere ser lo más respetuoso posible con el novelista y no decir nada que pudiera molestarle si todavía continuara vivo. Ni siquiera intentó ponerse en contacto con él durante los años que escribió esta minuciosa semblanza. El 27 de enero se cumple, precisamente, un año de la desaparición del célebre escritor. Pero Slawenski, que se ha convertido en uno de sus grandes expertos, habla de él en presente, como si todavía no se hubiera acostumbrado a su muerte.
-J.D. Salinger reconoció en una entrevista al diario «The New York Times» que lo único que quería era escribir. ¿Cuánto material inédito ha dejado?
-Sólo deseaba escribir para sí mismo. Era su único divertimento. Nadie conoce realmente qué ha dejado. Sé que estuvo escribiendo durante décadas después del año 1965. Habló sobre ello. Pero nunca desveló el contenido de lo que hacía. Sabemos también que en 1966 le dijo a un amigo que había completado dos proyectos, cada uno del tamaño de una novela. Algo que, hasta el día de hoy, no hemos visto.
-¿Dónde está ese material?
-En su casa, en Cornish (un pueblo de New Hampshire de poco más de 1.700 habitantes).
-¿Ha visto su testamento?
-No. Y tampoco me aventuraría a especular. Tengo constancia de que estableció un fondo. En su patrimonio está su mujer, Colin, y su hijo Matthew. Les dejó todos sus trabajos publicados y los derechos de los mismos, incluyendo «El guardián entre el centeno». Ellos dos lo controlan todo.
-¿Le conoció en persona o a sus hijos?
-No, no, eso le hubiese molestado. Hubo un biógrafo en los 80, Ian Hamilton, que intentó ponerse en contacto con miembros de su familia. Y no sólo le enfureció, sino que también hirió a Salinger. Le escribió una carta diciéndole que el hecho de que hubiese intentado ponerse en contacto con ellos le había dolido. Utilizó la palabra «doler»... (Hace una pausa como si estuviera reflexionando).
-¿Cree que era tímido o que tenía algún tipo de patología?
-Bueno, hubo una progresión a lo largo de su vida en este aspecto. Siempre, incluso cuando era muy joven, sentía que la soledad era el origen de su propia creatividad. Entonces llegó la guerra. Estuvo en la playa de Utah durante el desembarco de Normandía. Dicha experiencia le traumatizó hasta el punto de que estuvo hospitalizado por estrés. Eso también alimentó lo que después podemos llamar retiro o rechazo a jugar la partida de la vida.
-¿Piensa que por eso se aisló?
-Bueno, en parte. Cuando apareció «El guardián entre el centeno» se negó a poner su fotografía en la contraportada del libro. No quería participar en ningún tipo de promoción. Si hubiese ocurrido ahora, no habría sido publicado. Pero lo que le condujo definitivamente a su reclusión fue que adoptó una filosofía religiosa que veía en el ego un ser malvado. Por eso cualquier clase de publicidad estaba mal considerada para él. En Salinger existe una lucha entre el artista que necesita publicar su trabajo y la parte religiosa de una persona que desea ser humilde. Al final fue ese aspecto espiritual el que ganó al escritor profesional. Continuó escribiendo, pero por su propio placer y sin publicar. Quitó al ego de la ecuación. Entonces, pudo dedicarse a sus libros y mantener, al mismo tiempo, el aspecto religioso.
-¿Es justa la fama que arrastraba de ser alguien poco tratable?
-Fue algo natural. Cuando se retiró de la vida pública, dejó de hablar. Y entonces permitió que los demás deformaran su imagen. Y se creó un gran vacío alrededor. Justo por su silencio.
-Nunca habló con él ni con su familia. ¿Cómo se ha convertido en uno de sus grandes biógrafos?
-(Ríe). Fue una reacción. Cuando tenía 14 años leí «El guardián entre el centeno» por primera vez en el colegio, como le sucede a la mayoría de los niños. No me gustaba leer. Pero con ese libro le di una oportunidad a la literatura. Holden Caulfield... (menciona al protagonista de «El guardián entre el centeno» y, a la vez, hace una pausa). Pensé que hablaba por mí. Cuando lo leí después tenía ya 45 años. Y me habló como adulto. A partir de ahí me puse a leer todo lo que había publicado Salinger. Y a buscar esas historias tempranas que sólo se habían publicado una vez. Empecé a investigar sus trabajos inéditos. Encontré siete historias sin publicar. Dos de ellas están en Texas y cinco en Princeton.
-¿Cómo empezó el proyecto?
-Me puse en contacto con su agente. Hablar con Salinger era totalmente imposible. Ni lo intenté. No hubiese hecho bien. Lo que hice fue leer sus cientos de cartas personales que se conservan. De alguna forma, le entrevisté a través del trabajo.
-¿Qué le sorprendió de él?
-Muchas cosas. Lo complejo que resulta. O bueno que era, todavía hablo de él en presente. Cuando investigué sobre su vida, me di cuenta de que hubo muchas veces que fue extremadamente sociable. La época en que se trasladó a Cornish (New Hampshire) en 1951 mucha gente pensó que era una especie de última declaración: me alejo del mundo y de todos. Pero se hizo amigo de un grupo de estudiantes y de sus vecinos. Hacía fiestas. Era amigo de Ernest Hemingway. Todo muy complejo. Pero tenía esa contradicción entre su ego y la posibilidad de publicar su trabajo.
-¿Qué nos puede decir de su relación con las mujeres?
-Oona O'Neill ( la hija del dramaturgo y premio Nobel de Literatura Eugene O'Neill) fue su primer amor. Él tenía 24 años. Ella le dejó por Charles Chaplin, y le rompió el corazón. Tuvo varias novias durante la guerra. Hablé con una. Y me contó una gran historia de amor. Salinger se casó con Claire Douglas. Tuvieron un tormentoso matrimonio. Todo fue culpa suya. Se convirtió en un adicto al trabajo. Construyó un búnker, que era su estudio y que estaba alejado de la casa. Residía en Cornish, muy rural, y que le permitía estar aislado del mundo. Pero ni siquiera eso fue suficiente.
-¿Y su hija Margaret? ¿El libro que escribió donde criticaba a Salinger?
-Son unas memorias («El guardián de los sueños», publicado por Debate en 2002), donde Margaret cuenta que su padre se bebía su propia orina y tenía prisionera a su madre, Claire, entre otros asuntos. Se trata de una exploración de sí misma. La hija de Salinger pasó por épocas duras. Si uno lee el libro, ve esos momentos difíciles. (Reflexiona). Ella fue la niñita de papá. Y lo era de verdad.
La triste historia de «El guardián entre el centeno»
Kenneth Slawenski explica que de momento «hay siete relatos inéditos disponibles para investigadores. Dos en los archivos de la Universidad de Texas y cinco en la Universidad de Princeton. Las historias cortas están escritas entre 1941 y 1945. Mi libro es el primero en reconocer su existencia», revela el experto. Las que tienen más interés, sobre todo para el lector, son las dos que mencionan al protagonista de «El guardián entre el centeno», Holden Caulfield, años antes de que se publicase la misma obra en 1951: «The Last and Best of the Peter Pans» (1942) y «The Ocean Full of Bowling Balls» (1945). En ambos relatos el narrador es el hermano mayor de Holden, Vincent (que será DB en «El guardián...»). En el primero «se menciona a Holden, aunque nunca aparece. Su hermana Phoebe es un personaje, además de Vincent y la madre de Holden, Mary. La señora Caulfield está basada en la madre de Salinger», desvela Slawenski, convertido en una de las mayores autoridades sobre Salinger. «El segundo es quizá el más importante de los siete inéditos por su relación directa con "El guardián entre el centeno"», explica. «Sí que aparece Holden en este relato. Pero trata sobre su hermano menor, Kenneth, y su muerte a los diez años. Cuando Salinger escribió "El guardián...", llama Allie al personaje de Kenneth. Es una historia triste y muy bien escrita. Parte de ella se puede encontrar en "El guardián...», desvela Slawenski sobre los orígenes de la obra cumbre de Salinger.
«Una vida oculta»
Kenneth Slawenski
Galaxia Gutenberg
560 páginas. 26,50 euros
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