África

Mónaco

Charlene «la desgraciada»

¿Matrimonio o negocio? Su luna de miel por separado dispara los rumores sobre una crisis en tiempo récord 

Charlene
Charlenelarazon

Duermen por separado, apenas aparecen juntos en las citas oficiales y lo único que reina entre ellos es la indiferencia. El aluvión de rumores sobre su crisis matrimonial se ha desatado en tiempo récord. Trece días después de darse el «sí quiero», ni Charlene ni Alberto logran convencer al mundo de que lo suyo es un cuento de hadas.

La frialdad que rodea cada uno de sus gestos y la repelencia que se intuye entre ellos han copado portadas en medio mundo. Si los diarios franceses fueron los primeros en desvelar los planes de fuga de Charlene (que, antes de la boda, habría intentado escaparse desde el aeropuerto de Niza a Suráfrica hasta en tres ocasiones), algunos portales le echan literatura y se ponen proféticos para hablar de la «maldición de los Grimaldi», por la que todos los miembros del linaje estarían avocados a contraer matrimonios infelices generación tras generación.

Lo cierto es que siempre hubo cierta tendencia a rodear a esta familia de un halo de fábula, pero esta vez parece que la princesa del cuento ni siquiera ha podido disfrutar de un comienzo feliz. De hecho, ni siquiera los medios surafricanos dan credibilidad a la pareja e, incluso, se muestran más rotundos en sus afirmaciones y creen que Charlene no es feliz. «Se suponía que su luna de miel iba a ser un cuento de hadas en África», escriben varios periodistas locales. También critican el exceso de citas oficiales en las agendas de los príncipes y el «tufillo» comercial que desprenden algunas de ellas. Diarios locales como «City Press» informaron de que en su reunión con Jacob Zuma, el presidente surafricano, los príncipes de Mónaco llegaron en el mismo coche, pero se fueron por separado. Asimismo, cuentan que cuando los medios les pidieron que se besaran para una fotografía, Charlene se giró y Alberto la besó en la mejilla. A pesar de ser una recién casada que vuelve como princesa a su tierra natal, Charlene apenas sonríe y señalan que sólo se la vio feliz cuando se abrazó al arzobispo Desmond Tutu.

También estos días se dio a conocer que la pareja duerme a 16 kilómetros de distancia. Mientras Charlene seguía hospedada en el hotel Oyster Box, sito al norte de Durban, su marido se trasladó al Hotel Hilton. La princesa incluso cambió la suite presidencial en la que se alojaba con Alberto (y que costaba casi 3.000 euros) por una más modesta. Aunque intentaron justificar este alejamiento arguyendo que el príncipe tenía una reunión con los miembros del COI, los rumores sobre la aparición de dos nuevos hijos secretos podrían haber ensombrecido los primeros pasos del matrimonio. De momento, la Prensa surafricana ya se ha encargado de darle a Charlene algo imprescindible en cualquier monarca con enjundia: un apodo. Sólo falta saber si Charlene, «la desgraciada» pasará a la historia por protagonizar un matrimonio fugaz.

 

El detalle
Un amargo regreso
Ella debería estar más a gusto en su tierra. Como confesó a la revista alemana «Bunte», «Ahora soy monegasca, pero mis raíces estarán siempre en Suráfrica». «Fue una feliz coincidencia» que la reunión de este año del COI tuviera lugar en Durban. El príncipe Alberto de Mónaco está muy comprometido con el COI».