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Todo depende por Reyes Monforte

La Razón
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Las leyes están para cumplirlas y para aplicarlas correctamente, pero parece que esta obviedad se antoja complicada de realizar. Si algo debemos a esta maldita crisis es descubrir el mal uso que de las leyes y de sus prestaciones han venido haciendo algunos sinvergüenzas: cuando no han sido las tarjetas sanitarias utilizadas por amigos y allegados de un único titular a costa del bolsillo de todos, ha sido el fraude millonario de los que cobran una prestación de desempleo de forma irregular. Y ahora le toca el turno a la ley de dependencia. Recuerdo que nos vendieron esta ley como uno de los mayores logros sociales de todos los tiempos. Lo hubiera sido de haber estado bien redactada y cimentada sobre un sólido presupuesto, pero hizo aguas porque tenía más agujeros que un queso gruyere. Como siempre pasa, los listillos son los que se benefician de esas lagunas que los verdaderos necesitados ni huelen, normalmente por ser honrados, algo de lo que no pueden presumir todas las instituciones públicas. Todos guardamos en la memoria cómo el etarra Díez Usabiaga decidió utilizar la ley de dependencia, con la autorización del juez Garzón, para salir de prisión, porque aseguraba ser el único que podía cuidar de su madre: pronto se comprobó (por si alguien albergaba dudas) que ni la madre estaba para ser cuidada ni el hijo había aparecido para cuidarla. Y mientras, los verdaderos necesitados, esperando y desesperando. Lo que no entiendo es cómo no se exigieron los requisitos que ahora aseguran van a pedirse. A ver si esta vez la ley de la dependencia depende únicamente del sentido común.