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El artífice de los grandes acuerdos

Ha impulsado siempre el consenso en momentos difíciles. Ha multiplicado esfuerzos para luchar contra la crisis

Don Juan Carlos, el día que se firmó la Constitución, el gran vehículo de unidad de los españoles
Don Juan Carlos, el día que se firmó la Constitución, el gran vehículo de unidad de los españoleslarazon

Madrid- Unidad. Es quizá la palabra más repetida en los discursos de Su Majestad el Rey. Unidad y Constitución ante los problemas que acucian a España, ya sean estos de índole económica o relacionados con el terrorismo. Esos dos principios no sólo están en las alocuciones del Rey y el Príncipe, están en cada acción y en cada despacho que mantiene en el Palacio de la Zarzuela con líderes de todos los sectores.

Desde que la situación económica comenzó a deteriorarse, el Monarca tuvo claro que la única manera de sobrevivir a la crisis pasaba por un pacto de Estado entre las dos principales fuerzas políticas y los agentes económicos y sociales. Un pacto que requería que todos cedieran parte de sus pretensiones en aras del interés general, y por eso el Rey apelaba a la generosidad y a la responsabilidad de todos. Pero ese proyecto se estrellaba contra los intereses de los partidos políticos, que no terminaban de dejar de lado sus diferencias para lograr el objetivo inapelable de la cohesión.

A pesar de chocarse contra el muro del partidismo, Don Juan Carlos no cejó en su empeño e incrementó los encuentros con los principales actores implicados en esta situación. Por su despacho de la Zarzuela pasaron empresarios, banqueros, sindicatos y líderes políticos. Y a todos les instaba a lo mismo: a buscar juntos una salida. En su agenda, desde que empezó la crisis, estaba siempre en lugar prioritario la economía española y la creación de empleo, la mayor preocupación del Monarca. De esa prioridad se impregnaron también sus viajes oficiales al extranjero. En todos ellos se hacía acompañar por empresarios para impulsar la contratación de empresas españolas más allá de nuestras fronteras y así animar la deprimida actividad en muchos sectores. De esas gestiones salieron luego importantes contratos para grandes compañías españolas en diferentes países. Un respiro de la mano del Rey para la asfixia de las empresas.

En la Zarzuela confluyeron, en medio del conflicto laboral que deparó en una huelga general, empresarios y sindicatos, a quienes instó a entenderse para solucionar el terrible problema del paro. Entenderse para crear empleo, la máxima prioridad.


Frutos en el Congreso
El Monarca, en su papel constitucional de árbitro y moderador, no sólo mantiene los habituales despachos semanales con el presidente del Gobierno y con los ministros, especialmente con la vicepresidenta económica, sino que también se ha entrevistado en varias ocasiones con el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Quizá gracias a esa intermediación, a esas reuniones, se ha recogido el fruto de esta semana en el Congreso, en donde por fin Zapatero y Rajoy decidieron caminar juntos en las grandes reformas que necesita nuestra economía. El líder del PP lanzó el guante y el presidente lo recogió por primera vez.

A él acudieron los empresarios cuando la situación llegó al límite y él, tras leer su carta y hablar con ellos, consiguió que Zapatero y los grandes líderes económicos se reunieran en Moncloa y que de allí saliera el espíritu común de acelerar las reformas y arrimar el hombro. No es nuevo, pero cuando la situación es crítica, el Rey se convierte en el centro, en el único capaz de lograr que los demás se entiendan, se unan, por España y los españoles.