Berlín

Ang Lee perdido en la América de Obama

Jacques Audiard presentó en la sección oficial una hermosa historia sobre el instinto de supervivencia en una cárcel.

Ang Lee, perdido en la América de Obama
Ang Lee, perdido en la América de Obamalarazon

Sería extraño que, después de «La clase», Francia repitiera Palma de Oro. Aunque, por un lado, Isabelle Huppert preside el jurado y quizásquiera barrer para casa, y por otro, tendría una excelente razón para hacerlo. Su título es «Un profeta» y la dirige Jacques Audiard, que concursó aquí con la notable «Un héroe muy discreto» y cuya última película era la magnífica «De latir mi corazón se ha parado». La consistente solidez de este filme carcelario ha ensombrecido la que, en teoría, era la apuesta segura del día, «Taking Woodstock», de Ang Lee. A Ang Lee sólo le falta ganar en Cannes para completar su asombroso currículum. A sus dos Osos de Oro en Berlín y a sus dos Leones de Oro en Venecia les falta una Palma que no llegará con este simpático pero insuficiente retrato de una América con aires de cambio que refleja la atmósfera liberal del régimen de Obama cifrando sus orígenes en un macroconcierto que cambió el mundo. Motel cochambroso«Taking Woodstock» es la cara oscura de «La tormenta de hielo»: en ella Ang Lee quiere hacer una radiografía colectiva a partir del relato de Elliot y sus padres, que regentan un motel cochambroso que resucitará gracias a la gente que asiste a Woodstock. Como de costumbre, Lee se preocupa de analizar el complejo mundo de la familia y la esencia de una sociedad que debe aprender de la tolerancia del movimiento juvenil de finales de los sesenta. Lee, que supo de la existencia de Woodstock por las noticias en su Taiwán natal, explicó que el evento tiene «un significado simbólico. Se trata de la inocencia de una generación joven que se separa del viejo «establishment» intentando encontrar una manera de convivir más justa, más en paz con los demás». Es una pena que Lee no sepa encontrar el tono adecuado, entre lo ligero y lo existencial, de este relato iniciático que, formalmente, depende en exceso del mítico documental firmado por Michael Wadleigh en 1970. Este cronista le hubiera pedido a Lee una perspectiva sobre el tema más personal y menos perezosa. «En toda la historia del cine la cárcel ha sido una metáfora de la sociedad», explica Jacques Audiard, «de lo que queda dentro y lo que queda fuera». En «Un profeta» se atiende más a lo interior, a «lo que queda dentro» no sólo de los confines de la prisión sino también de la psicología del protagonista, Malik, un joven árabe que cumple una condena de seis años por un delito que no ha cometido. Audiard define el drama de este hermoso personaje sometiendo los clichés del cine carcelario a un relato sobre el instinto de supervivencia y la adaptación al medio como forma de poder. La historia de Malik podría ser la de Michael Corleone en «El Padrino», sólo que con la mafia corsa como huésped que, finalmente, es devorado por su parásito preferido.Una tragedia parricidaLa película es seca, contundente y muy emocionante: es, como «De latir mi corazón se ha parado», una tragedia parricida, por mucho que aquí la figura paterna sea un capo mafioso. Otra tragedia familiar, la francesa «Ne te retourne pas», se presentaba fuera de concurso con Sophie Marceau y Monica Bellucci interpretando el mismo personaje, una burguesa que empieza a dejar de reconocer a su marido, a sus hijos y a su madre, emprendiendo un viaje hacia el fondo de su quebrada identidad. La cosa se queda en una versión «eurotrash» de «Repulsión» o «Carrerera perdida».