Arrecife

Belleza y exotismo

«Sientes miedo porque parece que todo va a moverse»

Maxim Huerta
Maxim Huertalarazon

La carretera que conduce del aeropuerto de Arrecife al sur de Playa Blanca es una raya dibujada a carboncillo sobre la lava seca. Enigmática. Atractiva. Sin fin. Una larga recta que flota sobre las rocas quemadas de un volcán que duerme. Sientes miedo porque parece que todo va a moverse y a arrastrarte a una tercera dimensión. No he dejado de visitar Lanzarote desde que descubrí lo salvaje y exótico de su fotografía. Hay una calma extraña, palpita serena como la tensión sexual de cuando sabes que te enamoras. No hace falta buscar monumentos en semejante isla atlántica, porque ella es en sí el homenaje a la belleza. Puedes perderte en la inmensidad de la playa de Famara y elevar la mirada a los riscos altísimos, peinar con la mirada las cuidadas viñas de la Geria o asomarte al Mirador del Río como si estuvieras a punto de empezar una nueva vida. El miedo juega contigo en las alturas del parque nacional del Timanfaya como un diablo que hecha humo entre las rocas de colores o que se convierte en sirena en las playas de Papagayo o de Mujeres. Nunca he visto una isla tan mágica y tan extraña. Si cierro los ojos, tengo la sensación de que me cuelo en la Cueva de los Verdes, porque guarda un misterio que es una paradoja de un juego de espejos propio de «Alicia en el País de las Maravillas». Algo que es y no es. Pero al salir de la cueva hay que abrirlos durante todo el paraíso de esta isla diferente, porque sientes que te acabas de enamorar.