Feria de San Isidro

«El Juli»: «No sirve lo que hiciste ayer el público paga y quiere verte hoy»

Julian López, torero desde los quince años, hará el paseíllo dos veces en la plaza de Las Ventas. Una de ellas, en San Isidro; la segunda, durante la Feria del Aniversario. Él ya conoce las sensaciones que vive un torero cuando consigue abrir la puerta grande de la plaza madrileña.

«El Juli»: «No sirve lo que hiciste ayer, el público paga y quiere verte hoy»
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Como novillero logró abrir esa puerta mágica y después de tomar la alternativa volvió a hacerlo, en 2007. –¿Qué se siente al cruzar la puerta grande de Las Ventas?–Es un sueño que se tiene desde pequeño. Son momentos que nunca olvidas. Con el tiempo, esas cosas materiales no dejan de ser una cuestión de premios; pasan a segundo plano.–¿Prefiere una faena redonda sin trofeos o trofeos en una faena con la que no esté satisfecho?–Ahora prefiero cuajar un toro de cabo a rabo y hacer el toreo que yo sueño, incluso por delante de una puerta grande. Llegar a esa faena redonda es lo que más me ilusiona.–¿Se pasa miedo en el patio de cuadrillas de Las Ventas o de La Maestranza?–Se pasa miedo, porque son plazas de responsabilidad. Quieres estar al mayor nivel. Cuando vas a darlo todo, pasas miedo porque sabes el riesgo que asumes. Es la grandeza del toreo.–Cuando tomó la alternativa, con 15 años, ¿existía el riesgo de que se quemara demasiado pronto?–Era otra etapa. Si hubiera seguido igual sí que me hubiera quemado, porque hice muchas cosas en poco tiempo. El toreo es más que los números. Es una forma de sentir, de expresarse. Antes toreaba para conseguir cosas y ahora, para mí, el toreo es un privilegio porque puedo disfrutar toreando. No tengo esa agonía de querer conseguir cosas de cara al público, sino algo un poco más interno, más profundo. –¿Con qué faena se queda de los diez años?–Resumir una carrera en una tarde es complicado. La del rabo que corté en Vistalegre fue una faena en la que encontré el camino hacia la evolución, hacia la madurez. Luego en Madrid con «Cantapájaros», de Victoriano del Río, fue la consolidación de todo lo que busqué durante esos años. –¿Lo ha hecho todo?–Aún espero que la cumbre esté por llegar. Siempre quieres hacer una faena mejor.–Vamos al tercio de banderillas, el momento en el que más se le aplaudía, ¿por qué lo dejó?–Formaba parte de otra etapa. Era un tercio que hacía más de cara a la gente que por satisfacción propia. Con las banderillas no me encontraba a gusto, no aportaba nada al toreo puesto que había compañeros mucho más espectaculares. Decidí abandonarlo y buscar el triunfo por la vía más profunda y más honda.–Pero fue difícil...–Ésa ha sido mi gran lucha. Ha sido como empezar otra vez de cero, incluso, a veces, con el público muy en contra.–¿Cómo ve la Fiesta en este momento?–Es una situación complicada. Políticamente es un momento difícil; a la gente le cuesta mucho manifestarse a favor del mundo de los toros. Parece un tema tabú. Socialmente, la crisis afecta. Se conjugan una serie de factores que lo hace complicado, pero también creo, buscando el punto positivo, que el plantel de toreros que hay ahora mismo es de un interés tremendo para el aficionado.–¿Merece la pena sacrificar cosas personales o caché para poder estar en Las Ventas?–Es una escala de valores. Todos queremos estar en Madrid porque es la plaza donde puedes marcar la diferencia. Luego, cada uno tiene sus motivos, que hay que respetarlos. Lo mejor para la Fiesta sería que todas las figuras estuvieran en las ferias importantes. Si hay un momento en el que el mundo del toro necesita que los toreros lo apoyen, es ahora. –No parece fácil...–Es complicado juntar a todas las figuras, porque supone un gran esfuerzo de cara a la empresa.–El bagaje de triunfos que lleva a la espalda, ¿da tranquilidad a la hora de salir al ruedo?–El toreo no es una cuestión de tranquilidad, sino todo lo contrario, es inquietud, querer mejorar, evolucionar… Nunca estoy tranquilo por haber conseguido muchas cosas. Lo único que pienso cuando voy a torear es en lo que puedo conseguir. Lo que ya está hecho no tiene ningún sentido, no cuenta. Cuando salgo a una plaza parto de cero y quiero demostrar lo que soy. De nada vale lo que hayas hecho ayer porque el público paga y te quiere ver hoy.–¿Cuántos trajes de luces se pueden acumular en una década?–Seguramente cerca de 100. –¿Es supersticioso a la hora de elegir o no elegir alguno de ellos?–Guardo algunos que me han dado triunfos importantes. Hay trajes en los que me siento más a gusto, pero no es superstición. Para salir a torear hay que estar cómodo y encajado en el traje.