Elecciones

Guerra de sexos

La Razón
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Cómo es posible que las encuestas se equivocaran tanto?, se preguntan los norteamericanos ante la inesperada victoria de Hillary Clinton sobre Barack Obama en New Hampshire. La respuesta pudiera ser, primero, que las encuestas se equivocan cada vez más en todas partes. Tal vez la gente esté harta de que le pregunten a quién va a votar, y haga un corte de mangas al encuestador. O pudiera ser también que la forma de entrevistar sea demasiado primitiva para el volátil electorado de nuestros días. Sin que falten las encuestas que, más que ofrecernos la realidad, nos ofrecen lo que desea quien paga la encuesta. Comparen las encuestas de los diversos medios de comunicación, y entenderán lo que quiero decir. Esas no son encuestas, son editoriales camuflados. Pero en New Hampshire se equivocaron todas las encuestas, prediciendo más de diez puntos de ventaja de Obama sobre Hillary. A toro pasado, podemos decir que se trató de un vuelco de última hora, sobre todo del voto femenino maduro. Ver en los titulares que la primera mujer con reales posibilidades de alcanzar la presidencia iba a ser derrotada por segunda vez, movilizó a las norteamericanas, especialmente a aquellas que han cuidado la casa, criado a los niños, trabajado fuera y aguantado al marido, para ver que la sociedad no reconocía sus méritos. Que son millones. Todas ellas se sintieron identificadas con Hillary Clinton, comprendieron sus lágrimas y dieron rienda suelta a su frustración votando por ella y trayendo el vuelto. O sea que esta vez, en lugar de producirse el «efecto arrastre» (el que va delante se lleva a los indecisos), se produjo el «efecto afinidad» (el que va detrás se lleva a los postergados, que suelen ser la mayoría). Sea o no ésta la causa, el caso es que la carrera electoral norteamericana se reabre, cuando estaba en peligro de acabar apenas iniciada. Algo bueno. Aunque tiene el inconveniente de que puede convertir estas elecciones en una guerra de sexos, cuando creíamos haber terminado la de razas. Está visto que sin guerras no podemos vivir los hombres. Ni las mujeres.

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