Ciencias naturales

Investigadores de EEUU descubren vida en un inclemente hábitat antártico

Científicos de EE.UU. han descubierto en un lago subterráneo de la Antártida un ecosistema salino y sin oxígeno, que alberga una bacteria que ha sobrevivido millones de años mediante compuestos de azufre y hierro extraídos de rocas contiguas, según un artículo de la revista Science difundido hoy. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Harvard y del Colegio Darmouth (Nuevo Hampshire), ese hábitat podría ser similar al que existe en algunos planetas y exoplanetas, entre ellos Marte y la luna Europa de Júpiter, en el sistema solar. Los microbios son asombrosamente similares a especies encontradas en ambientes marinos contemporáneos, lo que sugiere que los organismos que viven en allí son restos de una población mayor que habitó un fiordo abierto o vivió en el mar hace millones de años. "Es como encontrar un bosque que nadie ha visto durante un millón y medio de años", señala Ann Pearson, profesora de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Facultad de Ciencias y Artes de la Universidad de Harvard, en Boston. De acuerdo con Jill Mikuchi, profesora de Ciencias de la Tierra en Dartmouth, en la Tierra no existe ningún ambiente similar, pero es posible que hubiera algo parecido durante alguna de las glaciaciones. "Este lago salado es como una como una cápsula del tiempo que guarda un período de la historia de la Tierra", añadió. Además, el ecosistema, debido a que ha estado aislado durante tanto tiempo bajo condiciones extremas, podría sugerir la posibilidad de algún tipo de vida en otros planetas, indicó John Priscu, uno de los autores del informe y profesor de ciencias ambientales de la Universidad estatal de Montana. El lago, con una extensión de poco más de cinco kilómetros, fue descubierto en 1911 junto a los glaciares Taylor y Bonney en la zona oriental de la Antártida. Sus aguas tienen una temperatura constante de 25 grados centígrados bajo cero pero no se congelan debido a que su contenido de sal es cuatro veces superior al del mar. Priscu indicó que la bacteria -Thiomicrospira arctica- fue descubierta cuando los científicos investigaban aguas rojizas que fluían desde un sector de alto contenido de hierro en el glaciar Taylor. Al examinar las muestras descubrieron el microorganismo entre el hierro gélido del glaciar. Las muestras también contenían azufre, un elemento típico de ambientes marinos, lo que ratificó las sospechas de que los antepasados de esos microbios probablemente vivieron en un océano. Sin embargo, hasta ahora no existen imágenes del lago subterráneo donde se encuentra el singular ecosistema. Los científicos no pueden taladrar la enorme capa de hielo que lo cubre y que tiene una profundidad de unos 400 metros. Además, el lago está muy por debajo del glaciar, explicó Priscu. Sus aguas son los restos de un antiguo océano que quedó atrapado hace al menos 1,5 millones de años cuando el glaciar Taylor cubrió el lago Bonney, indicó.