Prevención

Juanetes: un 80% de los casos se debe a la genética

Los pacientes esperan más de dos años, en el sistema público, para aliviar las molestias y complicaciones que causa el Hallux abductus valgus, responsable de entre 3.000 y 5.000 operaciones anuales. Así, entre un 15 y un 35 por ciento de la población sufre este problema en sus pies.

Juanetes: un 80% de los casos se debe a la genética
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Son antiestéticos, con un marcado componente hereditario, en la mitad de los casos se tornan dolorosos y sólo tienen una solución definitiva: la cirugía. El hallux abductus valgus, conocido coloquialmente como juanete, es una deformidad ósea del primer metatarsiano del pie que se desarrolla como consecuencia de una luxación en la articulación. Aunque resulta complicado determinar cuántas personas padecen juanetes en España por la falta de estudios epidemiológicos, diversos expertos estiman que su incidencia debe situarse entre el 15 y el 35 por ciento de la población, con mayor frecuencia entre las mujeres porque el tipo de calzado que utilizan (con tacón y puntera estrecha) potencia o agrava esta dolencia al ser menos respetuoso con la anatomía y función del pie.
Pero, ¿por qué aparecen? A juicio de Julio J. López Morales, presidente de la Asociación Española de Cirugía Podológica (AECP), la genética juega un papel importante y determinante casi en el 80 por ciento de los casos. «Igual que se hereda el físico o el color de los ojos, también se hereda la forma y la estructura de los huesos y articulaciones de los pies. Si bien, las anormalidades biomecánicas (pies cavos, planos, etc.) también influyen en el desarrollo de esta afección», apunta López Morales.
La edad de aparición se relaciona con la causa de origen, de esta forma, los juanetes hereditarios pueden aparecer en los jóvenes. Sin embargo, los derivados de otras deformidades del pie, del uso de un calzado incorrecto y de otras enfermedades inflamatorias o reumatológicas como la osteoporosis hacen que su incidencia aumente en la tercera edad. Para Ricardo Becerro, profesor titular de la Escuela de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, «la clave está en tener los pies planos».
Este problema se deriva de la laxitud o flexibilidad de los ligamentos, que hace que el pie se hunda y se aplane. De hecho, se estima que el 60 por ciento de las mujeres con pies planos tienen juanetes. Además, también es más común en este colectivo porque tras dar a luz entran en juego ciertas hormonas que favorecen la relajación de los ligamentos, con el consecuente aplanamiento de los pies. Por eso, añade este experto, si se corrigiera el pie plano en la infancia, se podría prevenir el juanete en la edad adulta.
«Las revisiones infantiles en las consultas de podología que cuentan con sistemas de análisis de marcha y el tratamiento con soportes plantares pueden controlar el retropié y evitar la deformidad; además el uso de un calzado fisiológico también puede ser un buen elemento preventivo», según manifiesta López Morales.

«Mala prensa» de la cirugía
Dependiendo de la evolución de la deformidad se debe instaurar una terapia u otra. En cualquier caso, hay que evitar el desarrollo del último estadio de la enfermedad, en el que se empieza a degenerar el cartílago articular y dañar otras estructuras como los tendones o la grasa plantar. Fernando Merelo, vicedecano del Colegio de Podólogos de Madrid, explica que «al actuar a modo de los cimientos de un edificio, a largo plazo una deformidad en los pies puede desencadenar escoliosis, otras dolencias musculares, ciáticas, etcétera». Según los especialistas, se debe intervenir quirúrgicamente cuando la patología se vuelve dolorosa (en el 47 por ciento de los casos) y existe una incapacidad para caminar y calzarse con normalidad. «Lo cierto es que en España los pacientes suelen retrasar la cirugía del pie el mayor tiempo posible por el miedo al dolor y por el temor de que se les vuelva a reproducir. Y, en algunos casos, no están exentos de razón ya que con el paso de los años aparecen alteraciones circulatorias o metabólicas que hacen que una simple cirugía del pie desencadene otros problemas mayores.
Por eso, lo ideal es hacerlo cuando el dolor aparezca», expone López Morales, también profesor de Cirugía Podológica de la Universidad Europea de Madrid. Hace tiempo llegó a ser una moda operar únicamente por motivos estéticos, sin sintomatología dolorosa previa, pero afortunadamente esto ya forma parte del pasado.
No obstante, el porcentaje de personas que se opera «aún es bajo por la mala prensa que han tenido este tipo de intervenciones». Merelo lo justifica por el uso de técnicas más agresivas que, en el pasado, provocaban dolor en el paciente. Sin embargo, explica que en la actualidad, las modernas herramientas de precisión permiten realizar cortes muy concisos en el tejido óseo que favorecen cambios en la posición de trabajo de las articulaciones del pie. Además, los novedosos materiales que permiten fijar o atornillar con exactitud los cortes en el hueso consiguen que el paciente vuelva a caminar precozmente.

Sin láser
Para lograr buenos resultados, los expertos coinciden en la importancia de realizar un completo y preciso análisis preoperatorio. Es necesario hacer una valoración biomecánica, saber qué paciente se va a operar, qué trabajo o actividad desarrolla, si es una persona anciana, conocer la forma de los dedos, cómo distribuye el peso al andar, etcétera, y luego escoger la técnica adecuada para cada caso.
En opinión del presidente de la AECP, «si no se tienen en cuenta estos factores y únicamente se quita el bulto que molesta al afectado, seguramente se volverá a reproducir y la intervención se tendrá que repetir. Hay que tratar la causa de la alteración y tras la cirugía es fundamental poner un soporte plantar que mantenga el pie corregido». Si la intervención se realiza respetando las normas básicas de la disección quirúrgica, la operación –aunque requiera un cierto reposo– no debe ser dolorosa. Eso sí, hay que acudir a profesionales especializados en cirugía podológica, que son capaces de lograr que los juanetes no se conviertan en una tortura y que impidan, incluso, caminar.
En España se estima que se realizan entre 5.000 y 6.000 intervenciones de este tipo al año, según el Colegio de Podólogos de Andalucía, aunque decir el número exacto es complicado, pues este tipo de cirugía se practica en el sistema sanitario público –con un tiempo medio de espera de 797 días– y en el privado. Si bien, dentro de la cirugía del pie es la patología más frecuente. Por el quirófano han pasado pacientes de todas las edades, desde los 14 hasta los mayores de 70 años.
«Todo depende de las características de la deformidad. En afectados de 80 años, con una buena calidad física, se les puede practicar determinados procedimientos quirúrgicos con buenos resultados», afirma el vicedecano del Colegio de Podólogos de Madrid.
Finalmente, los expertos consultados insisten en que no hay que dejarse engañar por las técnicas que se publicitan relacionadas con el uso del láser como tratamiento de los juanetes. «El láser no sirve para cortar el hueso, únicamente está indicado en intervenciones de partes blandas del organismo como los ojos, la piel... Es una completa falsedad», advierte Becerro.