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La disputada memoria de Alcalá-Zamora

La disputada memoria de Alcalá-Zamora
La disputada memoria de Alcalá-Zamoralarazon

A la memoria de Niceto Alcalá-Zamora le han salido muchos pretendientes. Pero es la Justicia la que va a decidir quién es el legítimo heredero del testamento íntimo y político del que fuera primer presidente de la II República española, un valioso archivo de 1.248 documentos que la Guardia Civil recuperó el pasado mes de diciembre, y que había permanecido oculto desde que en 1937 fuera robado de la caja fuerte de un banco por orden, según el propio Alcalá-Zamora, de Santiago Carrillo. Según ha podido confirmar este periódico, las tres partes implicadas han decidido dar la batalla en los tribunales: no sólo los nietos del político y el empresario valenciano que intentó vender los documentos a los historiadores César Vidal y Jorge Fernández-Coppel antes de que la Benemérita se los requisara, sino también el Ministerio de Cultura. Tres novias para un solo trofeo. El delito, prescrito De momento, y para sorpresa de algunos, el litigio ha comenzado bien para el poseedor de los papeles. Como primera medida, el Juzgado de Instrucción de Valencia que lleva el asunto ha dictado un auto mediante el que archiva el caso por considerar que el delito de robo ha prescrito, con lo que, de prosperar, los demandantes no podrían reclamar nada por la vía penal. Sin embargo, los descendientes han recurrido la orden de archivo, argumentando que sí está vigente un delito de receptación de unos documentos robados, según el abogado de la familia, Santiago Cetina. Si su alegación no es aceptada, llevarán el caso a la Audiencia Provincial de Valencia, ya que la familia del político considera «inconcebible y disparatado» que un material de esta importancia «se lo quede alguien que no sean sus legímitos dueños». Sin embargo, el poseedor de los papeles no está dispuesto a ceder. En una entrevista teléfonica y por correo electrónico, la única que ha concedido hasta ahora desde que estalló el caso, este empresario valenciano, de nombre Mariano Soria, asegura que no se arrepiente de lo que ha hecho porque, entre otras cosas, cuando se puso en contacto con Vidal no tenía intención de vender los documentos, sino simplemente, según dice, «tener una orientación de cuál es su valor», una versión que los historiadores niegan. Y asegura que, en caso de que un juez dictamine finalmente que le corresponden, está dispuesto a vendérselos al Estado o a la familia del político «siempre que la tasación sea la adecuada». ¿Cómo llegaron hasta él? La primera parte de su versión coincide con lo publicado hasta ahora. «Los recibo -afirma Soria- tras la muerte de mis padres en accidente de tráfico el 22 de enero de 1978. En el reparto de bienes y enseres familiares me son adjudicados». Pero, ¿por qué los tenía su padre? Aquí comienza el misterio. La teoría del espía Según relató Fernández-Coppel días después de la operación, el padre de Soria era un agente del Servicio de Información Militar (SIM) de Franco infiltrado en el Gobierno republicano de Valencia, que aprovechó la confusión de la llegada de la tropas nacionales para quedarse con los papeles. Un ingrediente más para aderezar esta historia de película. El empresario valenciano admite que ésa es la explicación que él mismo ofreció al historiador cuando se reunió con él, pero dice que lo hizo sólo para aportarle «un punto novelesco a la historia». «Es una fantasía -afirma ahora-. A mi padre se los ofrecieron en una librería de lance en Valencia a principios de los 40. Él y un amigo suyo, médico de profesión, aficionados a la Historia y testigos de la Guerra Civil, decidieron comprarlos y custodiar cada uno una parte de la documentación». Es decir, según Soria, hay una segunda persona que se llevó un trozo de la memoria histórica del presidente de la República entre 1931 y 1936. «Jamás supe quién era ese médico ni qué fue de él. Mi padre le prometió que no desvelaría su nombre, y se llevó su secreto a la tumba», señala. No obstante, Fernández-Coppel sostiene que por lo que él vio, las memorias están completas. «No tendría sentido intentar vender sólo una parte. Y desde luego lo que quería era venderlas», afirma. Mariano Soria define a su progenitor -arquitecto y oftalmólogo-como una persona «muy culta, un ratón de biblioteca». En una de sus frecuentes visitas a las librerías de viejo, el vendedor le ofreció los papeles de Alcalá-Zamora, consciente de que le interesarían. «Como eran muy caros, los pagó a medias con su amigo», precisa. Según las fuentes de la investigación consultadas por este periódico, el padre del industrial valenciano sí figura como miembro del servicio de espionaje franquista, aunque no está claro cómo adquirió los documentos. A Soria le consta, no obstante, que los 1.248 documentos que poseía incluyen la relación de resultados, circunscripción por circunscripción, de las elecciones de febrero del 36, ganadas por el Frente Popular en medio de incesantes denuncias de fraude por parte de las derechas. Del resto, y por lo que él ha podido ver, «el dietario del presidente es quizá lo más interesante, pues relata el día a día del quehacer de Alcalá-Zamora, con los comentarios a las reuniones, conversaciones telefónicas y artículos de prensa de la época». Eso y los documentos relativos a la revolución de Asturias de 1934. Y un aperitivo: «En el relato de las conversaciones telefónicas mantenidas por el presidente se puede ver cómo actuaron los políticos del momento».