Centro de Arte Reina Sofía

Miquel Barceló se defiende: «mi proyecto se ha explicado mal»

«La ONU es de ciencia ficción»
«La ONU es de ciencia ficción»larazon

Sin que nadie hubiese puesto los pies bajo la cúpula de la sala de los Derechos Humanos y Alianza de Civilizaciones de la ONU(el gran empeño del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero), creí­amos saberlo todo sobre ella. Se bendice o se crucifica sin verla. Hasta ahí­, todo es normal. Entramos ayer en ella de la mano de su autor, Miquel Barceló, y de repente uno no sabe qué decir. O sí: «¡Este tí­o está loco!». No sabemos cuál será el futuro de los derechos humanos en el mundo, pero seguro que los que se sienten a partir de ahora bajo esta cúpula para reclamar algo de justicia en el mundo, lo harán mirando al cielo con la boca abierta. «¿Esto es bueno?» «Por lo menos la pintura sirve para algo», dice Barceló.

Un arte sin precio
Vamos a decirlo claro: a Barceló se le tiene gana por el tremendo lí­o organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores español («el arte no tiene precio», según Miguel Ángel Moratinos) y la desviación de 500.000 euros de los Fondos de Ayuda al Desarrollo para realizar esta cúpula. «Se explicó mal el proyecto», comenta el artista. Se le tiene muchas ganas a Barceló porque ¿a qué insensible se le ha ocurrido saciar la creatividad desbordante de un artista con el hambre que hay en el mundo? Ahora bien: «Sé lo qué es capaz de hacer una obra tan rotunda, tan técnicamente compleja y en la que es necesario no sólo talento sino empeño y fuerza física».
Desde el balcón que estaba a la altura del andamiaje (en el futuro también se abrirá al público), dice que los 20 millones de la obra no es para la cúpula, sino para la renovación de la sala. Un 80 por ciento del presupuesto se ha empleado por los trabajos de obra, ingeniería, instalación y tecnología de la sala. «Lo que debemos preguntarnos es si España debe invertir en arte como hacen otros paí­ses y lo que me perturba es tener que hablar de algo que no me incumbe», asegura.
Las explicaciones que pueda dar ahora mismo sobre esta obra son improvisadas, a toro pasado. «Esta sala parece una nave espacial y la ONU en el fondo me parece algo de ciencia-ficción, con esa idea fantástica de reunir a todos los pueblos y todas las razas. Es como una pelí­cula de James Bond», confiesa.
Y así es: un cielo lleno de colores, un fondo marino, una superficie lunar (que permanecerá a oscuras hasta el día de su inauguración). Decenas de colores diversos. Él habla de una cueva ¿Una cueva en el siglo XXI para hablar de derechos humanos? ¿No es un retroceso?: «Las cosas primitivas como las cuevas tienen la voluntad de perdurar», dice. Pero debajo de esta cúpula de amenazantes estalactitas todo es creí­ble.

Estalactitas para subir y bajar
A él, le recuerda las series televisivas de los años setenta, con naves espaciales y luces futuristas. «La de las marionetas... ¿Cómo se llamaba?». Hay una ingenuidad algo «kitsch», de discoteca mallorquina colocada justo a orillas del mar, con todo su «gotelé» artístico y desarrollista.
Incluso la responsable de la comisión de derechos humanos asegura convencida de que le gustarí­a tener un botón para que las estalactitas bajen y suban. Alianza de Civilizaciones...
Todo eso y más, porque además es una obra muy intensa y bella, muy primaria, sí­, pero resulta que es muy directa y clara, con el esfuerzo del trabajo marcado porque su pintura es fí­sica y carnal, que te deja con la boca abierta, alelado. ¿Eso es la multiculturalidad? Esa es otra casualidad: «Entré a la sala con una brújula y comprobé que la entrada estaba en el sur y la presidencia en el norte. Así que pensé en un mar que iba del sur al norte, y en las olas, y en una cueva. Todo es una casualidad».

Con los amigos de Mali
Sus amigos de Mali que vinieron a ver la cúpula «tuvieron la intuición de tumbarse en el suelo para verla desde el suelo». Miquel Barceló hasta afirma que le gustarí­a poner un tatami en el centro de la sala para que los futuros visitantes que pasen por allí puedan contemplar su trabajo desde abajo. Así­ es el mundo que rodea a Barceló. Científicos, especialistas en arte prehistórico, amigos, un cocinero italiano, Toni Vianello, o un amigo fotógrafo ciego han estado presentes en la ONU de Ginebra. Pura ciencia-ficción.