Hollywood

Revolución 3D: Con gafas y a lo loco

Superheroes de altura Susan aumenta de tamaño después de que un meteorito le caiga encima. A la derecha, de arriba a bajo, sus colegas de correrías: el doctor Cucaracha, Eslabón, Insectosaurio y B.O.B.

Revolución 3D:Con gafas y a lo loco
Revolución 3D:Con gafas y a lo locolarazon

T odos están pendientes en Madrid de la menudita y atractiva Reese Witherspoon, que en la versión original de la película presta su voz a Susan, la mujer de varios metros (ella, en realidad, mide 1,56) que abandona a un melifluo novio para salvar la tierra: «Se trata de una joven que cambia, está con un hombre que no la apoya y debe elegir entre ser alguien normal o una superheroína», afirma la actriz. Más tímido de lo que pensaba, Kiefer Sutherland habla del general Monger, el cuidador de estos personajes extraordinarios del que se ocupa: «Fue liberador, porque para este trabajo no tuve que responsabilizarme de la fisicidad del papel ni saltar 60 metros...». Y añade que, para encontrar el tono adecuado, «me basé en dos personajes. El primero, el sargento de "La chaqueta metálica", porque ladra todo el tiempo; el segundo,el cazador de "Bugs Bunny"». Y, luego, Sutherland suelta un par de frases como hace en la película. Es un tipo gracioso, aunque él diga que a lo mejor no.Dos veces muertoY la Witherspoon, a la que le brillan los ojos quizá porque ha venido a Madrid con su novio, Jake Gyllenhaal, reconoce haber visto «El ataque de la mujer de 50 pies» (1958), «y me gusta. En efecto, nuestro filme lo homenajea. Pero en aquella película mi personaje era un monstruo, y en ésta, no. Ha evolucionado». Tanto como Jack Bauer, el protagonista de «24», la serie que lleva en pantalla ocho años y ha convertido al hijo de otro gran actor, Donald Sutherland, en una estrella del medio catódico: «El secreto estriba en su guión. Me han disparado 80 veces, he muerto dos, y, para mi desgracia, también voy envejeciendo...», comenta jocoso. Tampoco Witherspoon («En la cuerda floja», por la que obtuvo un Oscar, «Una rubia muy legal»...) puede añorar el éxito: «Tiene que ver con la suerte, no sé explicarlo bien. Mi familia me inculcó una ética laboral importante. Y, además, trabajo mucho...». Es su primera intervención, pero el director de «Monstruos contra alienígenas», Conrad Vernon, entra pronto en harina: «Las diferencias del 3D respecto al formato tradicional estriban en el plano narrativo. Al principio tenía claro que no deseábamos utilizarlo de manera equivocada, sino con pocos excesos y buen gusto para que ayudase a desarrollar la historia». Fundador, junto a Steven Spielberg y David Geffen, de DreamWorks, el todopoderoso Jeffrey Katzenberg (estamos delante de uno de los hombres más influyentes de Hollywood) también se equivoca a veces. Un ejemplo: el pasado año, mientras vendía ya el proyecto de este filme, vaticinó que cuando se estrenara «Monstruos...» existirían 5.000 pantallas 3D sólo en EE UU: «Sí, pensaba eso, que sería el inicio de una nueva era. En mi país existen hoy 2.000 salas equipadas para 3D, y, a nivel mundial, 1.200. Pero me parece que cuando aparezca la nuestra siguiente el número se habrá doblado. Porque hay grandes directores, como James Cameron, dirigiendo en este formato. Sigo pensando que se trata de la mayor innovación acaecida en el cine durante los últimos 70 años tras el paso del mudo al sonoro y del blanco y negro al color». Después de la atestada rueda de prensa, Conrad Vernon y Lisa Stewart, la productora de «Monstruos...», tiene también algo que añadir al respecto. –Aunque ninguno es nuevo en las lides de la animación, quizá sintieron miedo mientras realizaban un filme tan ambicioso como éste... –Conrad Vernon: Y cuándo no lo he padecido... Claro, vives con él todos los días.–Lisa Stewart: Para mí, antes de empezar a rodar es siempre el mejor momento. Cuando ya estás con la película piensas que no vas a poder acabarla, y, luego, que nadie la verá...–Katzenberg insiste todavía en que el futuro del cine es el 3D. ¿Comparten esa idea? Al menos, parece una buena forma de combatir la piratería...–L. S.: Lo principal radica en tener una historia interesante. Y se trata de una herramienta válida para contarla. Sí, es el futuro, también para las obras de ficción.–C. V.: Todos los avances digitales pueden realizarse con buen o mal gusto. Nosotros lo usamos con bastante cautela, la verdad.–L. S.: Porque no pretendíamos «sacar» al espectador de la película, lo que puede pasar con el 3D.–El filme es, sobre todo, un homenaje al cine de los 50, ¿no?–V. C.: En efecto. Elegimos a los personajes más reconocibles, los arquetipos de esos títulos de ciencia-ficción, aunque intentamos no pecar de excesivos.Distinta filosofía–Por cierto, ¿exageran también quienes dicen que la rivalidad entre DreamWorks y Pixar (que, por cierto, estrenan el 14 de agosto «Up», también en 3D...) es feroz? –V. C.: Mis tres mejores amigos de la profesión trabajan allí, me encantan todas sus películas, y ellos también me suelen llamar para decirme cuánto disfrutan con las nuestras. Probablemente tengamos distintas opiniones en la manera de desarrollar los argumentos, e incluso la filosofía de ambos estudios resulta distinta, pero no es verdad, ni espero que Pixar tropiece nunca. Porque ayuda a todo el sector el que triunfe un filme animado.–L. S.: Se trata de algo que han inventado los medios de comunicación.–C. V.: Y como antes Jeffrey dirigió Disney, eso provoca rumores; sin embargo, no pienso que exista tal competitividad.– Lo que sí está dando al traste con ciertos proyectos en Hollywood es, aseguran, la crisis. ¿La sienten?–L. S.: Claro. Las grandes empresas (DreamWorks no) están despidiendo a parte de sus plantillas, mientras, irónicamente, la taquilla sube, ya que ir al cine es una manera barata de entretenimiento. –¿Por eso se realizan tantas comedias familiares actualmente en EE UU, para asegurar la respuesta económica?–En los momentos difíciles, ver una película supone una válvula de escape. Como antes pasaba con las de Ginger Rogers y Fred Astaire.–R. C.: El público quiere descansar de su realidad cotidiana y reír, por lo menos, esas dos horas.