Castilla y León

Y por qué no tener una caldera de biomasa

Calentar el hogar y el agua gracias a una caldera de astillas forestales cuesta la mitad que con biogás. Sin embargo, en España el empleo de esta fuente renovable está aún sin explotar del todo. Produce entre el tres y el cuatro por ciento de energía primaria, frente al 13 por ciento de Austria, referente en esta fuente.

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Una familia que consumiera en calefacción y producción de agua caliente sanitaria unos 2.000 litros de gasoil al año (lo que consume de media una vivienda unifamiliar de Castilla y León) pagaría en torno a unos 1.500 euros anuales. Sólo con que lo sustituyese por astillas forestales le costaría 680 euros. Es decir, con este gesto ahorraría unos 820 euros de media al año. Un ahorro que empezaría a notar en el bolsillo a partir del cuarto año, tiempo necesario para amortizar el coste de la caldera, según los datos facilitados por Antonio Gonzalo, de la Asociación de Bioenergía de España (Avebiom) e ingeniero forestal. La decisión de optar por esta fuente renovable permitiría a su vez reducir las emisiones de la vivienda. No porque la biomasa ahorre CO2, sino porque el ciclo de vida de la biomasa forestal se considera neutro, pues las emisiones de CO2 que se generan durante la combustión de la madera es equivalente a la que habían fijado durante su crecimiento. Así que además del ahorro, la familia castellanoleonesa evitaría la emisión anual de unas cinco toneladas de CO2, el equivalente a las emisiones que se generarían si una persona hiciese cinco veces el trayecto en avión (ida y vuelta y sin escalas) Madrid-Graz (Austria), según la calculadora CeroCO2.Además, en el caso de la biomasa –ya sea para generar electricidad, para aplicaciones térmicas o para elaborar biocombustible– hay dos beneficios claves frente no sólo a las fuentes fósiles, sino también a otras energías renovables. Así, si lo que se va a aprovechar procede de –y propicia– la «limpieza» del monte, gestionar los residuos que se ocasionan de la retirada de los restos de siegas, podas, desbroces o clareos, por ejemplo, permite, además de obtener una materia prima energética, limitar la propagación de las llamas en caso de incendio forestal. Ahora bien, este saneamiento de los bosques no debe, o no debería, realizarse sobre tierras pobres en nutrientes o en zonas con riesgos erosivos, como las laderas. A este beneficio hay que sumar también la ventaja que supone la biomasa para el desarrollo del empleo rural, al fijar población en estos núcleos. Pero a pesar de estas ventajas, lo cierto es que hoy la biomasa sólida utilizada como energía tiene aún un gran potencial sin explotar. España produjo, en 2007, 4,206 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep), según el último barómetro de EurObserv'ER. Un año antes, cuatro Mtep, según el Plan Regional de Ámbito Sectorial de la Bioenergía de Castilla y León, lo que permitió producir entonces 4,2 teravatios hora (TWh) de energía eléctrica. Y tiene un objetivo fijado para el año 2010 que conseguir, como es que el consumo de energía primaria de biomasa para usos eléctricos llegue a 5,1 Mtep y alcance el 4,1 para usos térmicos, así como 2,2 para usos en el transporte», recuerda Julio Artigas, jefe del Departamento de Biomasa del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).«En la actualidad –prosigue–, alcanza 4.225.000 tep (4,225 Mtep). Es decir, que si las renovables suponen entre un 7 un 8 por ciento de la energía primaria en España, la mitad de ese por ciento es biomasa, en su mayoría forestal, pero también de restos agrícolas». Y lo dicho, por potencial no será. «Aún hay 1,4 millones de tep sin usar (que se sumarian a esos 4.225.000) en restos forestales, en agrícolas leñosos (podas de encinas, por ejemplo), un millón, y otros 7,8 millones de tep de residuos agrícolas herbáceos», añade. Uno de los motivos que puede aludir alguien para no hacerse con una caldera de biomasa es que tiene que estar «pendiente» (como en el caso del carbón) de no quedarse sin combustible. Sin embargo, con el fin de potenciar esta fuente, el Ministerio de Industria anunció recientemente que financiará a diez años (a modo de préstamo) a todas aquellas empresas que se encarguen de producir energía de la biomasa para los vecinos. También pueden hacerlo entre vecinos (esto no está financiado), a modo de cooperativas, algo que en España hoy no es muy habitual.Con el fin de aumentar el uso y el conocimiento de la biomasa, el biogás y el biodiésel en España, dos representantes de la Feria Expobioenergía (que se celebrará en octubre en Valladolid) viajaron a Austria. Allí, no sólo es frecuente que se unan agricultores para producir energía, sino que está mal visto que alguien tenga una caldera de gasoil. Quizás esto explique por qué en el país centroeuropeo ya en 2007 había 11.800 calderas de leña, astillas y pellets. Allí, la biomasa produce el 13 por ciento de las necesidades totales de energía primaria, frente al 3-4 por ciento de España.

DISTRICTS HEATINGLa cooperación puede ir más allá y aunar a mancomunidades y empresas. Así, el district heating de Gleinstätten han puesto una planta de calefacción con biomasa (de 2,5 MW de potencia) que permite generar la calefacción necesaria para los 80 clientes que tienen, que van desde vecinos, al colegio o a la iglesia, tal y como relata Wolfgan Walti, director comercial. «Quemamos 10.000 metros cúbicos de biomasa al año y 5.000 de virutas, salvo en verano, pues la energía necesaria para calentar el agua la producimos toda ella gracias a los 1.220 metros cuadrados de colectores solares que tenemos», detalla. Otro ejemplo es el district heating de Mureck, con 1.600 habitantes, en donde se produce el 80 por ciento del calor con biomasa, el cien por cien de la electricidad con (biogás), y un 140 por ciento de biodiésel (10 por ciento de colza y un 90 por ciento del aceite usado que recogen de toda Austria, de Eslovenia, Hungría, Croacia y Luxemburgo). Por cierto, que el propio consejero de Economía del Gobierno de la región austríaca de Estiria, Johann Seitinger, utiliza desde hace tres décadas una caldera de pellets, tal y como nos contó orgulloso. Es decir, forma parte de ese 30 por ciento de la población austríaca con caldera de biomasa.