Internacional

Lo mínimo para vivir

América ofrece un paradigma de desigualdad como pocos lugares en el mundo. Una inequidad que está en la génesis de los estallidos sociales de 2019 y que algunos gobiernos tratan de aplacar con subidas del salario mínimo

Algunos consideran que la década que acabamos de dejar atrás se puede dar por perdida en América Latina. Las buenas perspectivas que hicieron aventurar en 2011 al entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que iban a ser los diez mejores años de la historia para aquella región, terminaron con grandes decepciones y estallidos sociales a diestro y siniestro. Aunque sería absurdo trazar un patrón que cuadre para un continente tan diverso en todos los sentidos, sí hay algo que compete a todos los países sin distinción, y es el aumento de la desigualdad económica. Lo que ahora llamamos «inequidad» no ha dejado de crecer ni en América ni en el resto del mundo en esta segunda década del siglo XXI.

El paradigma de este fracaso del modelo ultraliberal es Chile. Con unos números macroeconómicos que son la envidia de toda la zona, la desigualdad abismal en los salarios ha cavado una zanja entre los chilenos y ha incendiado la calle. En la capital, Santiago de Chile, conviven PIB similares a los de la República Democrática del Congo o Irak (la mayoría) con otros que se asemejan a Noruega (los menos). Por el momento, tal y como se aprecia en el gráfico que ilustra esta página, el Gobierno ha subido el mínimo salarial de 385 a 400 dólares. ¿Será esto suficiente? Solo el tiempo lo dirá, pero se antoja insalvable la distancia de las elites del común de los mortales, que tienen que pagar por todos los servicios de sanidad y educación a unos precios desorbitados. Como si vivieran en Estados Unidos pero sin disfrutar de las ventajas evidentes de residir en ese país. Además de Chile, Colombia, Uruguay, México, Brasil y Panamá también han decidido subir el listón de los ingresos mínimos para un trabajador.

El horizonte no se antoja muy prometedor. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó a finales del año pasado unas previsiones funestas: para este año se espera que la tasa de crecimiento medio de las economías regionales sea de 0,1%. Una de las peores perspectivas en 40 años.