Reino Unido
El timo de las 400.000 batas quirúrgicas turcas pone en aprietos a Johnson
El Gobierno británico reconoce que la mayoría no cumplen con los estándares de seguridad británicos
El Gobierno de Boris Johnson ha sufrido una gran humillación al reconocer que la mayoría de las 400.000 batas quirúrgicas que había pedido a Turquía no cumplen con los estándares de seguridad británicos. La mitad del equipo de protección personal para sanitarios (EPP, por sus siglas en inglés) fue enviado a Reino Unido el mes pasado, pero no se ha entregado a los trabajadores del NHS (Sistema Nacional de Salud) y ahora las cajas están acumulando polvo en un almacén.
El portavoz del Ejecutivo británico explicó que estaban hablando con los proveedores y que si no es posible cambiarlos, intentarían que les devolvieran el dinero. Sin embargo, Mehmet Duzen, de Selegna Tekstil -la compañía turca- aseguró luego a la BBC que nadie del NHS, la embajada británica en Ankara o funcionarios del Gobierno británico se había puesto en contacto con ellos para trasladar quejas. “La tela que suministramos estaba certificada. Todos los productos estaban certificados”, recalcó.
La escasez de equipos de protección personal para los sanitarios es una de las mayores críticas que se están realizando a la gestión de Downing Street desde que comenzó la pandemia. El Real Colegio de Cirujanos denunciaba el mes pasado que el 32,5% de estos profesionales no cuentan con suficientes mascarillas, batas y otros artículos de protección imprescindibles. El Real Colegio de Enfermeros ha aumentado la presión aconsejando a los sanitarios a negarse a tratar a los pacientes con el Covid-19 “como último recurso” si no pueden acceder al equipo de protección completo que necesitan. Muchos de los sanitarios se han visto obligados a comprarse su propio equipo.
“The Telegraph” publicaba también recientemente que millones de mascarillas, respiradores y otros artículos han salido empaquetados estos días desde los almacenes británicos con destino a Alemania, España e Italia. Las empresas de Reino Unido aseguran que no les quedaba otra opción que seguir vendiendo el equipo para salvar vidas en el extranjero porque sus ofertas de ayuda han sido repetidamente ignoradas por el Ejecutivo.
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