Coronavirus

México, en el pico (y subiendo)

Por Alejandro Motta, director general de Motta Focus motta@mottafocus.com

Mexican President daily press conference in Mexico
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, durante una de sus habituales ruedas de prensa "mañaneras"Isaías Hernández/NOTIMEX/dpaIsaías Hernández/NOTIMEX/dpa

Nadie puede dudar sobre la complejidad que supone gobernar en medio de la pandemia un país como México. No quiere decir que el resto de los gobiernos no tengan que asumir grandes retos, mucho de ellos imprevistos, que podrían poner en riesgo la estabilidad económica y, en consecuencia, política de sus respectivos países. Sin embargo, en un país con casi 130 millones de habitantes y con más del 50% de la economía operando en modo informal, las decisiones del Ejecutivo deben enmarcarse en un contexto social delicado y donde cualquier detalle mal manejado podría detonar una bomba de tiempo irreversible.

A pesar de la complejidad, es cierto también que la actual Administración del presidente populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) parece poner más dificultades y enredos de los ya existentes por causas naturales al Covid-19. En su escenario de batalla mediática preferido, «las mañaneras» (rueda de prensa diaria), el jefe del Estado mexicano despliega conclusiones y advertencias sobre el futuro cercano más como un luchador social en la oposición que como estadista. Al final, el primer rol es mucho más sencillo de asumir por cuanto los mensajes, denuncias y amenazas no tienen un costo económico y político en lo inmediato. Sin embargo, no se comprende si el presidente es consciente de que está obligado a jugar el segundo rol.

Según datos oficiales, en pocos días se estarían alcanzando las cifras de 55.000 infectados y los 6.000 muertos por coronavirus. La sola cifra de fallecidos ya supera los datos oficiales de China. En México es claro que el número de infectados y muertos es mucho mayor. Hay que tomar en cuenta que no se están realizando pruebas rápidas y que el Gobierno ignora los casos de una cantidad importante de centros de salud privados. Adicionalmente, las denuncias ciudadanas sobre el abarrotamiento y falta de atención en hospitales públicos y funerarios resultan alarmantes.

El problema de la pandemia se le fue de las manos al Gobierno mexicano. Sería más sensato pensar que ha sido de manera premeditada; entre otras cosas porque la realidad en los sectores populares es absolutamente distinta que en los sectores de clase media, por ejemplo. Básicamente, el confinamiento resulta inexistente en las clases sociales menos favorecidas. Y allí, precisamente, el riesgo al contagio resulta exponencial y la conciencia sobre la gravedad y peligro de la pandemia no existe.

En este marco, se entiende, hasta cierto punto, que López Obrador asuma el problema a la ligera, sin mucha importancia y casi con desdén. Su lógica resulta netamente política y electorera. Antes de perder apoyo popular restringiendo la libre circulación y el comercio, prefiere dejar a la intemperie a la inmensa mayoría de los mexicanos que no conocen ni reciben información suficiente desde el Gobierno sobre la gravedad del problema. Con cada mañanera, casi circense por naturaleza, y con el Covid-19 galopando por las calles de ese país, México profundiza cada vez más la incertidumbre.