Nueva York

El descuartizador de Nueva York: Cuando tu empleado es el asesino

El empresario tecnológico, Fahim Saleh, de 33 años, descubrió que su asistente Tyrese Devon, de 21 años, le había robado varios miles de dólares

A Fahim Saleh, de 33 años, fundador y dueño de Gokada, lo asesinó su asistente, Tyrese Devon Haspil, de 21 años, que al parecer debía varios miles de dólares al empresario. Según los investigadores del caso Haspil había robado el dinero de su antiguo jefe, y este, lejos de denunciarlo, lo ayudó a firmar un plan por el que se comprometía a devolverlo en varios plazos.

Detenido por detectives de Nueva York, Haspil se encuentra a la espera de que los fiscales anuncien el pliego de cargos. Entre otros el de homicidio en segundo grado. El caso, resuelto en tiempo récord, había convulsionado Manhattan.

Una imagen del fundador y CEO de la aplicación Gokada de transporte de motocicletas
Una imagen del fundador y CEO de la aplicación Gokada de transporte de motocicletasAdemola OdusamiAP

Saleh, un emprendedor nacido en Arabia Saudí, de orígenes familiares en Bangladesh, había aparecido asesinado en su lujoso apartamento del Lower East Side, valorado en casi 3 millones de dólares (1,96 millones de euros). El cuerpo fue seccionado en varios pedazos. Sus asesino lo había cortado con una sierra eléctrica, en un caso evidente de realidad que imita las pesadillas gore del cine de psicópatas o mafiosos.

Todo lo que existía era una grabación, captada por las cámaras de seguridad del edificio, en la que se le veía entrando en el ascensor que comunicaba con su piso. Las cámaras también captaron a una misteriosa figura vestida de negro, con guantes incluidos. El cadáver del empresario fue encontrado por su hermana, que descubrió el cuerpo decapitado, varios miembros amputados y guardados en bolsas de basura y, cuentan, incluso la sierra eléctrica todavía conectada a la corriente.

El asesinato usó la tarjeta de crédito de su víctima para comprar productos de limpieza con los que fregar el apartamento y tratar de ocultar las huellas del espantoso crimen. Con su presunto asesino bajo custodia policial cierra de momento la triste historia del chico exitoso y brillante, criado por sus padres en Poughkeepsie, al norte de la ciudad de Nueva York, que murió asesinado de varias puñaladas en el cuello y que había logrado una fortuna comerciando con aplicaciones para motocicletas en Nigeria.

También había fundado recientemente la firma de Adventure Capital, con la intención de invertir en apps diseñadas y radicadas en países como Bangladesh o Colombia. Una de sus aspiraciones consistía en revertir parte de las ganancias acumuladas en los últimos años apoyando a los chavales con ganas de crear negocios innovadores en unos países poco generosos con sus emprendedores.

Desde luego su historial es de alguien que apostó por las nuevas tecnologías y la creación desde que apenas era un niño. Su familia ha compartido que cuando estaba en el instituto ya fundó una web, PrankDial.com, que en 2008 ya había generado más de 10 millones de dólares. En la CNN recordaban que estudió en la universidad de Bentley, en Massachusetts, y que en 2019 fue capaz de recaudar más de 5,3 millones de dólares mediante Gokada para contratar hasta 800 conductores en Nigeria.

En un comunicado difundido por la cadena de noticias, sus familiares explican que «Los titulares hablan de un crimen que aún no podemos entender. Fahim era más de lo que lees. Mucho más. Su mente, brillante e innovadora, arrastró consigo a todos los que formaban parte de su mundo y se aseguró de no dejar a nadie atrás. No hay palabras o acciones que nos brinden consuelo, excepto la captura de la persona que exhibió su absoluta maldad sobre nuestro ser querido».

El asesino, desde luego, parece a buen recaudo. Cometió su crimen el pasado lunes y el martes tuvo la sangre fría de regresar al apartamento de Lower East Side, provisto de los productos de limpieza, para deshacerse del cadáver. Algo debió de salir mal, porque abandonó los trozos macabros detrás suyo y brindó a la hermana y a los detectives de homicidios una escena digna de “El silencio de los corderos” o “Uno de los nuestros”.