Beirut

Un ejército de voluntarios con escobas para desescombrar Beirut

Cientos de personas se lanzan a las calles de la capital libanesa para ayudar a limpiar la ciudad devastada tras la explosición

Voluntarios trabajando en las labores de limpieza en Beirut tras la explosición
Voluntarios trabajando en las labores de limpieza en Beirut tras la explosiciónThibault CamusAP

Gabi Asakerdecidió dejar de lamentarse, cogió la escoba del jardín y una pala, y se fue al centro de Beirut a ayudar a descombrar. “No podía seguir mirando las imágenes de la televisión y no hacer nada. Sinceramente, no confío en este gobierno y ya no podemos dejar más que ellos guíen nuestra suerte, por eso nos hemos movilizado.

En tiempos de catástrofe, la solidaridad emana de entre los regueros de cristales rotos y escombros. Como Laila miles de vecinos se han movilizado, organizado, y están día y noche en la “zona cero” de Beirut arrimando el hombro.

Mariam es profesora de inglés del colegio Melkart en Ashrafiyeh, cerca de los barrios de Mar Mikhael y Gemayseh, dos de los más afectados por la explosión de nitrato de amonio. Junto con otras maestras y las cocineras de la escuela decidieron empezar a cocinar dos veces al día y repartir platos de comida caliente para las personas que han perdido sus casas en los barrios del centro de la ciudad.

“La gente es increíble, no esperábamos tantas ayudas, pero todo el mundo nos da lo que tienen. Ayer repartimos 150 platos de comida y hoy haremos dos turnos de otros 100 o 150”.

Hasta las monjas y los curas de las iglesias se arremangan la sotana para recoger los escombros de las viviendas vecinas. El Líbano estaba pasando una de las mayores crisis económicas desde la guerra civil, lo que llevó a un movimiento de protestas que surgieron en octubre pero se deslucieron en febrero, en parte por la pandemia del coronavirus y el pesimismo generalizado.

Teniendo en cuenta que ya antes de este tsunami de fertilizantes más de 800.000 libaneses habían perdido su trabajo o negocio y la línea de la pobreza había crecido de un 30% a más de un 50%, ahora el país ha colapsado del todo.

Precisamente, las zonas de Mar Mikhael y Gemayseh, en la calle Armenia, son principalmente negocios de ocio y hostelería. La pandemia del Covid-19 obligó a más de 185 bares, restaurantes a cerrar y ahora esta “bomba no nuclear de Hiroshima” le ha pegado el tiro de gracia al resto de los negocios. Las perdidas materiales de la explosión podrían sumar 15000 millones de dólares, según las estimaciones del gobernador de Beirut, Marwan Abboud. El endeudado gobierno libanés no podrá pagar ni las indemnizaciones por catástrofe ni hacerse cargo de la reconstrucción.

“Durante la pandemia tuve que empezar a vender cócteles a domicilio para poder seguir pagando a los empleados del bar. Apenas ganábamos para mantenerlo abierto. Después vivimos una ilusión, un mes de bonanza con el verano, por lo que la caída ahora ha sido más fuerte”, lamenta Rami de “House of Butlers”. No solo ha perdido el negocio sino también se ha quedado sin puertas ni ventanas en su vivienda.

El gobierno libanés prometió imponer el “máximo castigo” a los responsables de la explosión, y ordenó una investigación de cinco días para conocer las causas del trágico incidente. Las conclusiones de la investigación deberían haber llegado este sábado y de momento el ejecutivo libanes sigue tirando balones fuera, sin tomar responsabilidades por lo ocurrido. Con al menos cuatro centros hospitalarios destruidos, los heridos empiezan a desbordar el sistema sanitario del país. Algunos hospitales y voluntarios paramédicos han instalado hospitales de campaña para tratar gratuitamente a los heridos de la explosión.

Los miembros de la “revolución” han cambiado la bandera libanesa por la escoba y el recogedor y han levantado carpas en la deslustrada Plaza de los Mártires, centro neurálgico de la revolución de octubre, para asistir a los necesitados con comida, medicamentos y colchones a la sombra para resguardarse del inclemente sol. “Jack el de la Bandera”, el seudónimo de uno de los organizadores de las protestas, asegura a este diario que la estructura metálica que representa al Ave Fénix, emplazada en la Plaza de los Mártires durante las protestas, simboliza Beirut y que al igual que el pájaro mitológico “resurgirá de las cenizas”.