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Siete UCI de Berlín saturadas por el coronavirus ya no aceptan a más pacientes

La vida social en Alemania permanece suspendida hasta finales de enero pese al alivio navideño

Centro de rastreadores de coronavirus en un pabellón de exposiciones de Múnich
Centro de rastreadores de coronavirus en un pabellón de exposiciones de MúnichLUKAS BARTH-TUTTASEFE

La segunda ola de la pandemia tiene a la capital alemana en una situación muy distinta a la de la pasada primavera. Las camas de UCI comienzan a escasear. Mientras en abril no se pasó de 150 ingresados en cuidados intensivos por covid-19, ya son 304 los pacientes actuales y en tendencia ascendente. Dos de los tres semáforos que Sanidad ha creado para orientar al respecto en la ciudad-estado de Berlín estaban en rojo: el relativo a la incidencia, que permanece por encima de los 200 casos por cada 100.000 habitantes en la última semana, así como el que avisa del número de camas de UCI ocupadas por pacientes covid, que ha llegado al 25%. Los hospitales han tenido que volver posponer todas las operaciones que no sean de urgencia.

En hasta siete hospitales de la capital han dejado de aceptar pacientes con patologías graves porque las UCI están al límite. El problema principal no son las camas en sí o los respiradores, sino el personal especializado en el cuidado intensivo que necesitan pacientes covid. A lo que se suma la falta de personal por las cuarentenas. Unas 1500 camas de UCI están aún libres en toda Alemania, a las que se podrían sumar 400 más de emergencia si se cierran los hospitales para todo lo que no sea covid y urgencias. Sin embargo, estos datos de la Asociación Alemana para la Medicina de Emergencia e Intensiva no son muy fiables.

Las oficinas de sanidad hace semanas que no consiguen llevar a cabo el rastreo, por lo que el ayuntamiento ha emitido una normativa según la cual las personas se tienen que poner en cuarentena antes de que los avisen las autoridades si han tenido contacto con infectados. Quien no lo hace, se arriesga a una multa. Los funcionarios llaman una semana más tarde, los resultados de los tests tardan cuatro, cinco días.

La senadora de Salud berlinesa, Dilek Kalayci, del Partido Socialdemócrata (SPD), aseguraba en la televisón pública RBB que, a pesar de todo, en Berlín siguen existiendo camas de reserva y que su oficina se está planteando abrir el hospital de emergencia que la ciudad montó durante la primera oleada en la feria de exposiciones y que hasta ahora ha permanecido sin pacientes. Kalayci pidió a los berlineses que llevasen mascarilla «a ser posible en todo momento», ya que solo son obligatorias en calles especialmente concurridas, mercadillos, comercios y transporte público.

El alcalde de la ciudad, Michael Müller (también del SPD), ha planteado la posibilidad de abrir los hoteles, que permanecen cerrados desde el 1 de noviembre, para poder albergar a personas que tengan que realizar una cuarentena. El número de infecciones diarias en la capital no termina de bajar a pesar de que hay una prohibición de venta de alcohol y bares nocturnas, así como el «confinamiento light» desde el 1 de noviembre.

La situación de colapso en Berlín no es una excepción, sino la tónica generalizada en el país, salvo en los Estados más al norte. Desde hace semanas en Baviera varios hospitales transfieren a pacientes a otros centros por la falta de recursos humanos o de camas. Es por eso que Angela Merkel ha criticado que en Navidad Renania del Norte-Westfalia, Baja Sajonia, Hessen, Mecklenburgo Antepomerania y Berlín hayan decidido abrir los hoteles para los días de fiesta, ya que junto con la gastronomía, el ocio y el deporte permanecen cerrados y se espera que reabran a finales de enero. Merkel criticó que con la apertura de hoteles no era posible controlar si los viajeros realmente tienen parientes que van a visitar o se trata de turistas.

El temor a la tercera ola después de Navidad es más que palpable entre los responsables políticos y científicos. El virólogo Alexander Kekulé, profesor de Microbiología y Prasitología en la Universidad de Martín Lutero de Halle-Wittenberg, advertía de que en Alemania la Navidad implica «un riesgo como el del Norte de Italia». El experto se refería a la cercanía entre generaciones, que es diaria o muy frecuente en el sur de Europa, pero en Alemania es una excepción y esa soledad de los mayores ayudó a evitar más víctimas mortales.

En Navidad, sin embargo, casi todo el mundo se reúne con toda la familia, por lo que para las personas mayores de 70 habría un riesgo mayor.

La Navidad comienza con los domingos de Adviento, en los que también es frecuente encontrarse con familiares y amigos en casa, es decir, en espacios cerrados. Es por eso que el Gobierno ha reducido el número de personas que se pueden reunir a cinco personas de dos unidades familiares diferentes, sin contar a los menores de 14. El control de dicha norma es imposible y se trata en realidad de una orientación.

El ministro de Trabajo, el socialdemócrata Hubertus Heil, lo dejaba más claro el domingo: “No somos un Estado policial y no se controlará en las casas”. El confinamiento actual está en vigor de forma oficial hasta el 20 de diciembre, pero se espera que se renueve hasta finales de enero. Es por ello que no habrá grandes celebraciones en Navidad en Alemania.