Asalto al Capitolio

Un «impeachment» exprés para despedir al presidente Trump

Twitter suspende la cuenta de Trump por riesgo de que «incite a la violencia», mientras los demócratas se preparan para iniciar mañana un segundo juicio político contra el mandatario

Silenciado tras el bloqueo de su cuenta de Twitter, aislado por su equipo más cercano, que sigue renunciando en escalada, y amenazado por un “impeachment” exprés de los demócratas. Así se enfrenta Trump a una de las peores semanas de su mandato y de su vida.

Los demócratas planean poner en marcha este mismo lunes un juicio político rápido contra el todavía presidente Donald Trump, presentando un artículo de acusación por “incitar deliberadamente a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos” en los graves altercados del Capitolio, así como por sedición.

Acusaciones que se sumarían a otras dos de su anterior impeachment, la de abuso de poder y obstrucción al Congreso. El presidente saliente fue acusado entonces por la Cámara de Representantes, pero el proceso judicial se detuvo en el Senado, que contaba con mayoría republicana, y Trump salió exculpado en febrero de 2020.

De salir adelante, Trump se convertiría en el primer presidente de la historia en ser sometido dos veces a juicio político durante su mandato.

El líder saliente de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, distribuyó el viernes un memorando que describe el procedimiento para llevar a cabo otro juicio político para el presidente Trump si la Cámara Baja lo acusa por segunda vez en poco más de un año.

McConnell cree que el escenario más probable, si el Congreso destituye a Trump en sus últimos 10 días en el cargo, es que el Senado reciba un mensaje de la Cámara de Representantes notificándole su decisión el 19 de enero. El juicio en el Senado no empezaría hasta una hora después de que Joe Biden jure el cargo el 20 de enero.

Menos de un año después y a falta de diez días para que finalice su mandato, Trump ha creado un ambiente incierto y lleno de incertidumbre que abre una herida difícil de cerrar en la demócrata estadounidense.

Las redes sociales dan la espalda a Trump

Aunque, antes de que el Congreso reanude su actividad el lunes, toda la atención del país está centrada en Twitter y el debate entorno a las gigantes tecnológicas por el bloqueo sin precedentes que la red social decidió imponer sobre la cuenta del presidente saliente.

Su perfil personal, @realdonaldtrump, el que ha utilizado de altavoz, sin descanso y hasta con descontrol para comunicarse con sus casi 90 millones de seguidores y con todos aquéllos a los que ha enviado mensajes directos, bien fuera un despido por llevarle la contraria o una felicitación por adularle. La cuenta profesional, @POTUS, sigue activa al ser la misma que usan todos los presidentes de EEUU y hasta ahora no se ha atrevido a utilizarla.

Suspendiendo permanentemente su cuenta e impidiéndole abrir una nueva en el futuro, Twitter le daba a Trump donde más le duele. El presidente que ha gobernado a golpe de tuit, se quedaba el viernes sin voz ni voto. Y sin su red social favorita.

La campaña de Trump emitió un comunicado justificando el inesperado bloqueo de su cuenta y acusó a Twitter de “silenciarle” a él y a sus votantes, y de ser un instrumentos de la “izquierda radical”. Aunque el magnate podría estar preparando ya el lanzamiento de su propia plataforma digital.

La decisión de Twitter, aplaudida por millones de personas, no ha estado exenta de polémica y promete traer consigo un debate sobre el poder de las grandes tecnológicas que iniciaba este fin de semana un camino de largo recorrido.

Ante la insólita reacción de un presidente saliente que no ha reconocido su derrota en las urnas, con el orgullo herido por no haberse salido con la suya al tratar de impulsar, sin éxito, todas las medidas a su alcance para mantenerse en el poder, aumenta ahora la incertidumbre y el miedo por lo que pueda pasar durante sus últimos días de mandato.

Lo que más preocupa ahora en Washington es que la violencia incitada por los seguidores de Trump, armados y enfurecidos, se extienda por todo el país y se prolongue más allá del ataque al Capitolio, aumentando incluso con la llegada de los demócratas al poder.

El mismo lugar exacto donde sucedió el mayor ataque a la democracia que EE UU recuerda en su historia reciente, el emblemático edificio federal y sede del poder legislativo, acogerá en unos días la investidura presidencial.

Y es que se podrían estar organizando nuevas manifestaciones pro-Trump programadas antes de su salida de la Casa Blanca. Esas “Marchas del Millón de Milicias” o “Justicia para Ashli Babbitt” podrían sembrar de nuevo el caos en la capital y poner en riesgo la seguridad de los asistentes a la ceremonia de toma de posesión de los demócratas Joe Biden y Kamala Harris.

Diversos grupos radicales de violencia están más dispuestos que nunca a seguir luchando por el trumpismo tras el ataque del Capitolio, en el que murió la veterana de guerra Ashli Babbitt por la herida de bala en el cuello causada por el disparo de un agente. Éste trataba de proteger la entrada principal de la Cámara de Representantes, con sus congresista dentro, frente una barricada improvisada que los atacantes intentaron derribar.

Enfrentamientos verbales, conversaciones violentas y amenazas de portar armas a Washington, a pesar de que la ley no permite portarlas en la capital, han empezado a publicarse en algunas plataformas.

Mientras tanto, el FBI ofrece grandes recompensas para quienes ofrezcan información que les ayude a identificar y detener a los asaltantes del Capitolio, que podrían ser acusados de diversos crímenes como porte de armas, invasión a la propiedad y artefactos explosivos y sentenciados a pasar muchos años entre rejas.

Los servicios secretos, que siguen buscando a medio centenar de sospechosos, están dispuestos a pagar hasta 50.000 dólares a quien les ayude a encontrar al responsable de poner las bombas caseras fuera de las oficinas de ambos Comités Nacionales, el Republicano y el Demócrata, en los aledaños del Capitolio.

El presidente electo Joe Biden, a punto de convertirse en presidente número 46 de EEUU, ha condenado con contundencia los últimos episodios de su predecesor, pero ha dejado en manos del Congreso las acciones legales contra Trump.

Biden ha preferido centrarse en lo que le espera en unos días próximos días a su llegada a la Casa Blanca: reunificar a un país dividido, enfrentar los días más grises de la pandemia y atender sus inmediatas consecuencias económicas.

“Hay una necesidad imperiosa de actuar ahora”, aseguró el demócrata.

“Desde la crisis económica y laboral más desigual de la historia moderna, mi equipo de empleo nos ayudará a reconstruir mejor con una economía que funcione para todos los estadounidenses. Pongámonos a trabajar”, publicó Joe Biden el domingo en Twitter.