Pandemia
Un tribunal obliga a Países Bajos a levantar el toque de queda
El fallo judicial considera que se violan las libertades ciudadanas e indica que el Gobierno no llevó la medida al parlamento
Un tribunal de La Haya concluyó el lunes que el toque de queda, decretado por el Ejecutivo de Mark Rutte para frenar los contagios de coronavirus, es ilegal. De esta forma, la Justicia se pronuncia a favor de levantar este medida, ya que afecta a la libertad del individuo y fue introducida sin el consentimiento expreso del Parlamento. El toque de queda está en vigor desde las nueve de la noche hasta las 4:30 de la madrugada y su vigencia ha sido prolongada hasta el 3 de marzo.
A finales de enero, Países Bajos vivió sus peores disturbios desde hace 40 años, en protesta precisamente por el toque de queda. Durante una semana el país vivió una cascada de detenciones, cristales rotos, negocios saqueados e incluso un centro de detección de coronavirus incendiado. Unas imágenes que sorprendieron al mundo, acostumbrado a envidiar a Países Bajos por sus altas cotas de bienestar.
Esta sentencia contra el toque de queda se ha producido tras una denuncia del grupo «Viruswaarheid» (la verdad sobre el virus), formado por activistas en contra de las medidas restrictivas para frenar la expansión de la pandemia. La Justicia holandesa no valora el fondo de la medida, muy similar a otros países europeos, sino el método de la toma de decisiones. Según el tribunal, el toque de queda tiene un impacto tal en la vida de los ciudadanos que el proceso para su adopción debe ser «extremadamente cuidadoso».
Para poder dictar este medida, el Gobierno utilizó los poderes de emergencia que le permiten no tener que consultar con el Parlamento. Según el tribunal, «no existía una urgencia especial» para que el Gobierno holandés decidiera saltarse este paso, ya que esta restricción fue discutida de forma pormenorizada antes de su puesta en macha. Según este fallo, tan solo se pueden utilizar estos poderes de urgencia por parte del Ejecutivo ante situaciones de urgencia como la ruptura de un dique.
El Gobierno está estudiando esta sentencia judicial y se desconoce si va a levantar esta restricción. La virulencia de los disturbios de enero no consiguió que Rutte diera un paso atrás. El primer ministro calificó a los vándalos como «escoria» y mantuvo la necesidad de proseguir con esta medida, a pesar de que el país no vivía una situación similar desde la Segunda Guerra Mundial.
Esta nueva estrategia supone un giro radical respecto a la seguida por el Ejecutivo durante la primera ola. Mientras el resto de los países europeos imponían medidas drásticas, Países Bajos prefirió auspiciar el denominado «confinamiento inteligente». Rutte defendió contra viento y marea la necesidad de tratar a los ciudadanos como «adultos y no como niños» y de primar, sobre todo, la responsabilidad individual antes que la coerción.
Todo indica que esos mensajes calaron en el país y que ahora resulta difícil de asumir la nueva realidad. Actualmente, la situación de Países Bajos es muy similar a la de sus países vecinos como Francia o Bélgica. Los bares y restaurantes están cerrados desde el mes de octubre y los comercios no esenciales no abren sus puertas desde el mes de diciembre, aunque desde el pasado 10 de febrero pueden vender productos para llevar.
Las escuelas también permanecen cerradas, aunque las escuelas primarias y los jardines de infancia sí han abierto sus puertas desde el pasado 8 de febrero. Además, los holandeses tan sólo pueden recibir en casa a un invitado por día. Todas estas medidas continuarán vigentes hasta el 2 de marzo.
«El toque de queda se basó en un ejercicio de cálculo virtual sobre mutaciones del virus en otros países pero no hay hechos que sustenten la necesidad de implantarlo y es contrario a los derechos fundamentales”» aseguró ayer Jeroen Pols, abogado de la organización «Viruswaarheid», felicitándose por la victoria en los tribunales.
Las protestas que han sacudido al país, sin embargo, no solo están protagonizados por los denominados «negacionistas» que discrepan sobre las medidas de contención del virus e incluso dudan de su existencia o defienden diferentes teorías conspirativas. Según la Policía, lo vándalos fueron convocados a través de las redes sociales y entre sus filas se encontraban también hooligans de fútbol, grupos de neonazis o jóvenes desnortados tachados como «ni-nis».
Se desconoce cómo afectarán estos hechos a las elecciones previstas para el próximo 17 de marzo. Antes de los disturbios, el actual primer ministro encabezaba la primera posición en las encuestas y era seguido por el líder ultraderechista y anti inmigración Geert Wilders.
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