Posesión de armas

Biden exige atajar la violencia armada en EE UU, una “vergüenza internacional”

El presidente explicó que tomará acciones ejecutivas tanto «si el Congreso actúa como si no»

Biden, al término de la rueda de prensa
Biden, al término de la rueda de prensaYuri Gripas / POOLAgencia EFE

Al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se le acababa el tiempo para tomar decisiones respecto a la compra/venta y posesión de armas de fuego. Varios tiroteos recientes, incluidas las masacres en Boulder y Atlanta, lo empujaban a moverse. Algunas decisiones llegaron finalmente hoy. Las detalló en un emotivo discurso desde la Casa Blanca. Biden lamentó las muertes recientes y calificó la violencia armada en EE.UU. de vergüenza y epidemia.

También explicó que tomará acciones ejecutivas tanto «si el Congreso actúa como si no». «Voy a utilizar», dijo, «todos los recursos a mi disposición como presidente para mantener al pueblo estadounidense a salvo de la violencia armada. Pero hay mucho más que el Congreso puede hacer para ayudar en ese esfuerzo, y pueden hacerlo ahora mismo. Los miembros del Congreso han ofrecido muchos pensamientos y oraciones, pero no han aprobado ni una sola nueva ley federal para reducir la violencia armada. Basta de oraciones, es tiempo para algo de acción».

Aunque contundentes, sus palabras tiene más de movimiento cosmético que otra cosa. Para empezar porque el gobierno, lógicamente, no puede legislar. Y porque lograr leyes más restrictivas respecto a las armas requiere de un acuerdo bilateral. Que incluya a los republicanos. Algo harto complicado de lograr, dado que está en juego nada menos que la II Enmienda a la Constitución.

Antes de que las guerras culturales hubieran salpicado el mapa político y mediático con mil y una cuitas, la batalla, a favor y en contra, por el derecho a portar armas, era ya la madre de todas las batallas estadounidenses. Atada por las insuficiencias del legislativo, donde se juega la auténtica partida, acuciada por sus partidarios y, de momento, incapaz de ganarse a la oposición, la Casa Blanca al menos espera restringir las producción de armamento fabricado con impresoras 3D.

Queda lejos, de momento, la anhelada prohibición de los rifles de asalto en manos de civiles o, incluso, una regulación más estricta que permita implementar severos controles de antecedentes a los posibles compradores. Entre las quejas de Biden por la situación actual destaca también su denuncia del lobby armamentístico. Su inmunidad. Se trata de la «única industria en Estados Unidos, una industria que mueve mil millones de dólares, que no puede ser demandada».

«Imagínense lo diferente que sería si esa misma exención hubiera estado disponible para las empresas tabacaleras», añadió. Hace una semana, cuando el asesino de Colorado mató en un centro comercial a diez personas, Biden prometió usar «todos los resortes a mi disposición para lograr que la gente esté segura» y añadió que «resulta factible prohibir las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad en este país».

«El Senado de los Estados Unidos», insistió, «debería aprobar de inmediato los dos proyectos de ley de la Cámara que eliminan las lagunas en el sistema de verificación de antecedentes». Así mismo espera regular la posibilidad de que determinadas herramientas puedan transformar una pistola en un rifle de cañón corto. Ha prometido un informe del departamento de Justicia sobre el tráfico de armas. Todo quedará en nada o casi nada sin la complicidad de una mayoría en el Capitolio.